Diario Expreso

AVENTURERO

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Lope dejó a su muerte más aventuras firmadas que obras. Tuvo dos esposas, seis amantes, catorce hijos y al menos dos procesos judiciales asociados a sus amoríos.

Cervantes tenía un carácter diferente. Aunque 15 años mayor que Lope, no visitaba a Velásquez como consagrado, sino como aspirante. Lope arrollaba con su personalid­ad. Cervantes era más reservado. Lope brillaba en los salones de los nobles. Cervantes pasaba penurias económicas. Lope era la gran estrella del teatro popular, se lucía en todos los géneros literarios y escribía decenas de piezas, incluso apócrifas. Cervantes, obligado por la necesidad, pasaba largas temporadas sin escribir una línea y se daba por satisfecho con colocar alguna de sus comedias en la cartelera de su anfitrión.

A pesar de todo, estos personajes hicieron amistad. Vivieron mucho tiempo en el mismo barrio y se cruzaban con frecuencia. Contra lo que cabría esperar, no se interpuso entre los dos una mujer. Quien acabó con su conexión fue un personaje mucho más temible, invencible y feroz: un tal Don Quijote de la Mancha.

El Siglo de Oro de las letras españolas no era diferente. Al contrario, en un mundo más pequeño que el actual, las rencillas se potenciaba­n y los pequeños desplantes se convertían en atroces afrentas. Nuestros dos autores lo sabían bien. Lope, en particular, con su carácter extremo, andaba siempre metido en conflictos con colegas y paranoias sobre la

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