Migrantes todos
EDITORIAL
Elevar a sus cotas máximas el grado de solidaridad es el mayúsculo reto que impone a los ciudadanos ecuatorianos la masiva afluencia de venezolanos de los últimos días por la frontera con Colombia.
Las últimas cifras oficiales que hablaban de un ingreso de casi medio millón de migrantes entre enero y julio se van quedando desfasadas con la entrada diaria de más de 4.000 compatriotas de Maduro, que se vive estos días solo en el paso fronterizo de Tulcán.
Aparte de las medidas oficiales que están tomando las autoridades y la atención que prestan en los puntos de mayor afluencia en colaboración con las organizaciones de ayuda se impone una respuesta humanitaria y solidaria desde la ciudadanía.
La inmigración siempre ha si- do un buen caldo de cultivo para la demagogia de rechazo. Los xenófobos tratan de imponernos el criterio de que los extranjeros vienen a quitarnos el trabajo a los locales, más en circunstancias de dificultad económica como las que atraviesa Ecuador en estos momentos; a imponer costumbres diferentes a las nuestras, que pensamos que son mejores que las suyas, y, claro, a incrementar los índices de delincuencia en una cruel asociación sin fundamento alguno.
Es completamente lo contrario. La llegada de foráneos debe ser vista como una oportunidad para enriquecernos económica y culturalmente. Al final todos somos migrantes, algo que deberíamos tener muy en cuenta antes de tratar de explotar laboralmente las necesidades de los que llegan o de buscar ventajas tramposas
El reto humanitario está en el tejado de las autoridades, pero el de los ciudadanos es el de maximizar el grado de solidaridad con los migrantes venezolanos’.
abusando de gente que atraviesa un país extraño sin arraigo familiar y desconociendo sus costumbres y modos de vida.
Si tienen tentaciones de caer en estas incongruencias no olviden nunca que todos somos migrantes. Aún sin movernos del país cambiamos de trabajo, de profesión, de pareja, de ideas. Y cuando las circunstancias nos empujan a ello preparamos la maleta para encontrar un destino donde poder vivir sin crisis, sin frustraciones, con alimentos, con medicinas y con los servicios básicos. Hay miles de ecuatorianos que pueden dar fe de ello. Tuvieron que dejar atrás toda una vida para mantenerse y mantener a los suyos.
El éxodo es continuo. Ahora les pasa a los venezolanos. Pero mañana le puede tocar a usted. No les demos la espalda.