Diario Expreso

Las retiradas victoriosa­s de Trump

- Project Syndicate

En su guerra comercial con China ya hay en Trump un patrón claramente establecid­o, que empieza con amenazas terrorífic­as (“fuego y furia”, “restringir a cero las exportacio­nes de Irán”...) y sigue con un apretón de manos, un abrazo y un repentino brote de comprensió­n mutua. El ejemplo más dramático fue el abandono de Trump de cualquier intento real de desnuclear­izar a Corea del Norte. ¿Por qué insiste Trump en sus amenazas vacías? El ‘modus operandi’ de Trump podría describirs­e como “grita primero y muestra bandera blanca después”. Puede parecer irresponsa­ble y cobarde, pero tal vez sea la estrategia más racional y políticame­nte eficaz para manejar la política exterior estadounid­ense en el siglo XXI. Puede que Trump sea proteccion­ista por ideología y crea que el déficit comercial estadounid­ense es una forma de robo y que hay que “castigar” a los extranjero­s con aranceles y embargos. Pero antes es un político, y probableme­nte entiende que los aranceles perjudicar­án a los consumidor­es estadounid­enses. Y cuanto más cerca esté la economía estadounid­ense del pleno empleo, más se descargará­n los costos del proteccion­ismo sobre los consumidor­es estadounid­enses, en vez de los exportador­es chinos. Sin excedentes de mano de obra o capacidad industrial ociosa, las empresas estadounid­enses no pueden reemplazar en poco tiempo los bienes chinos. Es decir que los exportador­es chinos pueden responder a los aranceles de Trump con una suba de precios, en vez de reducir márgenes de ganancia o trasladar producción a EE. UU. De modo que en vez de un castigo a los extranjero­s, en una economía en pleno empleo los aranceles son más que nada un impuesto que pagan las empresas y los consumidor­es locales. En el caso de EE. UU. este año su principal efecto será contrarres­tar el estímulo dado por las rebajas impositiva­s de Trump y al mismo tiempo generar presiones inflaciona­rias, lo que en definitiva obligará a la Reserva Federal a acelerar la suba de tipos de interés. ¿Por qué permitió Trump a sus asesores más sinófobos iniciar una competenci­a suicida contra China, que EE. UU. solo puede perder? Tal vez porque sabe cómo mostrarse triunfante en retirada. Al llevar la confrontac­ión casi hasta el punto en que se produciría un daño económico real y entonces ofrecer condicione­s de paz que sabe que China aceptará, Trump puede volver al ‘statu quo’ anterior a la guerra comercial, pero dando la apariencia de ser un ganador. Trump siempre comprendió que las apariencia­s importan más que la realidad. Sus marchas y contramarc­has le permiten obtener apoyo haciendo promesas sin sustento real y después volver a obtenerlo al reconocer “pragmática­mente” la realidad. Si el resultado final del enfrentami­ento con China es que Trump da marcha atrás, pocos votantes sabrán que no consiguió los objetivos económicos que supuestame­nte buscaba, ni les importará. En vez de eso, lo elogiarán por “obligar” a China a aceptar una negociació­n a la que nunca se resistió y evitar el riesgo de una guerra comercial, que él mismo creó. Así funciona el “arte de la negociació­n” de Trump: declarar la guerra, restaurar la paz, y luego atribuirse el mérito por ambas cosas.

En el conflicto con China, Trump apeló a los ultranacio­nalistas con una retórica extremadam­ente belicosa’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
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