Cerdos chinos, a dieta por la guerra comercial
Los aranceles a la soja tienen un efecto directo en los compradores
China busca soluciones para paliar el efecto negativo de los aranceles a la soja estadounidense, como cambiar la dieta de sus cerdos y pollos -reduciendo la ingesta de este producto-, promover las importaciones de otros países proveedores o impulsar la producción propia.
Fue el 6 de julio pasado cuando entraron en vigor en el país asiático aranceles del 25 % a un total de 545 productos agroalimentarios procedentes de Estados Unidos, entre los que se incluye la soja.
China es uno de los mayores consumidores del mundo de este alimento (en 2017 adquirió el 60 % de la producción total mundial) y EE. UU. le provee el 34 % de la soja que compra al exterior, con lo que las tarifas tienen un impacto directo en los compradores, que deben afrontar ahora un sobrecoste.
Dado que el 80 % de la soja que importa China se destina a la elaboración de piensos compuestos para animales de granja, la repercusión del arancel es muy alta, ya que no solo incrementa el coste de producción de los ganaderos chinos, sino también el precio final de alimentos como la carne o la leche.
Por ello, entre otras iniciativas, las autoridades han planteado cambiar la alimentación de cerdos y pollos hacia una dieta baja en proteínas en la que haya menos proporción de soja.
En concreto, sugieren reducir la cantidad en un 7 %, lo que permitirá bajar la demanda de los compradores en cinco millones de toneladas de soja, una cifra que queda lejos todavía del total de 32,9 millones de toneladas que China le compró a EE. UU. el año pasado.
También fuera de las fronteras de China están ocurriendo cosas inusuales. Un barco estadounidense cargado con unas 70.000 toneladas de soja lleva un mes navegando sin rumbo fijo en el océano Pacífico, mientras la compañía decide si merece la pena pagar el sobrecoste. Había zarpado a China, pero no alcanzó a llegar a puerto antes del 6 de julio.