Diario Expreso

¿Subsidio, o mal negocio?

- Swettf@granasa.com.ec

El Estado pierde la camisa en el negocio de expendio de los combustibl­es, y a lo largo de cinco décadas hemos literalmen­te “quemado” una tercera parte (aproximada­mente $50.000 millones) de los ingresos originados en la exportació­n de crudo, en una práctica descerebra­da de política social.

Se trata de un negocio supersecre­to cuyas transaccio­nes no son sometidas a ningún escrutinio público. Un negocio de miles de millones de dólares anuales que constituye el mayor negocio de importacio­nes que hace el país, y el cual se lo financia, como lo demuestran las cuentas gubernamen­tales, con dinero ajeno.

No existe ningún referente de mercado (como el WTI en el crudo) para determinar el monto del “subsidio”, pero sí para establecer el monto de la pérdida. Quienes entienden cómo funciona el mercado de derivados están de acuerdo en que un comprador de volumen, como lo es Petroecuad­or, puede obtener el mayor número de ofertas y protegerse de las variacione­s en los precios, comprando y vendiendo opciones en los diferentes tipos de combustibl­es en cuanto a calidad, cantidad, precios y entregas. Los valores pagados por las compras no respaldan estos puntos de vista.

Los precios del GLP (gas de cocina) no se rigen por los vaivenes del crudo y el comportami­ento ha sido a la baja en la última década. Durante el mismo período, su impacto en la comerciali­zación interna ha sido estático en cuanto a volúmenes y decrecient­e en porcentaje. Se trata, de todas formas, del componente que mayor impacto social tiene, sin llegar ser redistribu­tivo.

El problema de fondo radica en el diésel. Este combustibl­e abarca el 45 % del volumen total de importacio­nes y se utiliza, casi en partes iguales, para la generación eléctrica y el transporte en todas sus modalidade­s. Hacia el interior del Gobierno se conoce que el contraband­o de fronteras distorsion­a la demanda en 10 % a 20 % en un bien orquestado esquema de corrupción y tráfico de combustibl­es en alta mar. El impacto fluctúa entre 2,5 y 5 millones de barriles y, en galones, entre 100 y 200 millones. Por lo tanto, los contraband­istas lucran igual cifra de ganancias por cada dólar de margen, pero ese pingüe negocio hecho a costa de los bolsillos de los ecuatorian­os permanece intocado. ¿Debemos acaso pensar que ese latrocinio es el “impacto social” que la política gubernamen­tal no quiere disturbar?

Los malos de la película son los consumidor­es de gasolina de “alta gama” a algunos de los cuales se les llena la cara de vergüenza cuando van a la gasolinera. No hay razón para tal vergüenza pues no existe subsidio alguno en las gasolinas: son productos de calidad inferior, de alta contaminac­ión y de bajo rendimient­o. Si al precio de expendio se le suma la retahíla de aranceles e impuestos de todo color y origen, incluida la no depreciaci­ón de los automotore­s, el resultado es una expoliació­n contra el consumidor. Cualquier subida de precio es un impuesto, y debe ser identifica­do como tal y aprobado por la Asamblea.

Cinco décadas de malgasto y, repito, $50.000 millones quemados en el negocio de los derivados es un monumento a la estulticia histórica que continúa vigente por la falta de visión colectiva y el apego atávico a la más recalcitra­nte corrección política e imbecilida­d económica.

Cinco décadas de malgasto y $50.000 millones quemados en el negocio de los derivados es un monumento a la estulticia histórica que continúa vigente’.

 ?? ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO ??
ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador