Entre la música y el mito
1. Jóvenes artistas de la parroquia San Lorenzo en una representación dancística en el último festival. 2. El acantilado, con sus historias de fantasía, es uno de los atractivos turísticos de la localidad. 3. En el evento artístico, los más pequeños recordaron a los inmortales de la música nacional. cía Márquez. Aquí empezaron los viejos ‘lagarteros’ y, a medida que pasó el tiempo, esta actividad cultural logró ver sus frutos”, reseña.
Sánchez explica que la alegría de la sociedad ecuatoriana recoge dos estilos interpretativos: el pasacalle, en la Costa; y el sanjuanito y el danzante, en la Sierra. “La caracterización de ambos es el movimiento y la soltura de baile y la interpretación danzante de sus instrumentos e interpretación vocal. Su vinculación sentimental profundiza la querencia de la tierra, la identidad del entorno, y asume una correlación hombre y música para definirnos”, agrega el historiador.
Ramona Montalván, habitante de San Lorenzo, recordó que el evento tuvo contratiempos en los colegios porque en los distritos no permitían efectuarlos, por lo que se los desarrollaba en calles o sitios oscuros de esa población.
En los últimos diez años, el festival pasó a ser un acontecimiento callejero. “Nosotros en nuestras casas preparábamos durante todo el año a nuestros hijos. Lo importante es que no dejamos morir la música nacional en nuestra comunidad”, cuenta orgullosa la moradora.
Joselyn Pachay, de 14 años, representante de San Mateo, fue una de las participantes del último festival, con el pasillo Canción del Alma. “A los cinco años empecé a gustar de la música nacional. En mi casa mis padres escuchan estas melodías y nos inculcan siempre a que debemos querer lo nuestro”, dice la pequeña artista.
En el festival de San Lorenzo, donde se rinde homenaje a la música nacional, tampoco falta la presencia de la banda de pueblo, ícono cultural de estos eventos populares.