La diáspora venezolana
EDITORIAL
El tema de actualidad es Venezuela, nación que después de casi dos décadas del régimen chavista-madurista enfrenta una crisis de desintegración nacional, inviabilidad económica y Estado fracasado. El reflejo de este desbarajuste se materializa en la diáspora de sus ciudadanos desposeídos, quienes se ven obligados a deambular por el continente en búsqueda de un renacer de opciones y reintegración familiar.
Frente a esta dislocación, los países de paso y destino, que incluyen expresamente a los de la costa oeste de Sudamérica, empiezan a sentir los efectos sociales y económicos de estos contingentes humanos requeridos de apoyo y solidaridad. Pero mal hacemos en pensar que este es un asunto de requerimiento de pa- saportes a los migrantes. El tema abarca un amplio espectro de connotaciones políticas locales y regionales. Los venezolanos, aquellos que deciden quedarse en Ecuador, pasan a formar parte de los contingentes laborales, y se enfrentan a la natural hostilidad, e incluso a manifestaciones aisladas de xenofobia, de quienes se sienten amenazados por la competencia de empleos y el efecto sobre los salarios. A este cuadro hay que añadir la circunstancia crítica de la economía ecuatoriana: estado recesivo, deflación de precios, desaceleración de la actividad económica, y el consecuente bajo crecimiento.
La Cancillería decidió promover una reunión de cancilleres para tratar el tema. Dada esta iniciativa, consideramos que existe el foro apropiado para la discusión de la temática, y es el Grupo de Lima.
...cualquier definición de política, para que sea efectiva, demanda la acción coordinada de los países que los ciudadanos venezolanos han escogido como su meta de destino’.
Ecuador es un país de tránsito desde Colombia, pues más de las tres cuartas partes de los migrantes continúan su paso hacia Perú y Chile. Por ello, cualquier definición de política, para que sea efectiva, demanda la acción coordinada de los países que los ciudadanos venezolanos han escogido como su meta de destino.
La Cancillería ecuatoriana debe marcar distancias con las actitudes filo chavistas y maduristas de los últimos once años. Sin muestra de posiciones ambiguas, debemos actuar dentro del marco regional constituido con el objetivo de adoptar posiciones coherentes y concordantes con los países que por proximidad geográfica, tradición y, hoy día, comunión de visiones estratégicas y orientación política democrática, constituyen el principal referente de nuestra política internacional.