El yugo servil
Desde su entrada en el ejercicio de sus funciones, el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio, Cpccs-t, ha venido evaluando el desempeño de funcionarios de los diversos organismos del Estado, siendo el último de ellos la Corte Constitucional, cuyos miembros fueron cesados en sus funciones luego de reprobar los parámetros de evaluación y juzgamiento. La lista de los funcionarios cesados no es corta. Los del Consejo de la Judicatura, Fiscalía General del Estado, Consejo Nacional Electoral, Superintendencia de Bancos y Superintendencia de Ordenamiento Territorial y Uso de Suelos, corrieron con igual suerte. El argumento esgrimido por los funcionarios cesados es el de “persecución política”, curioso argumento viniendo de los más grandes represores de las libertades fundamentales en la última década.
Surge esta pregunta: ¿se trata en verdad de una “cacería de brujas”? ¿O se está cumpliendo con el mandato popular del 4 de febrero del año en curso, el cual consistió en iniciar la depuración y desmontaje del andamiaje de represión y corrupción construido por el correato en la “década robada”? Si consideramos los parámetros de juzgamiento, queda descartado el “peregrino” argumento de persecución política o de cacería de bruja o brujo alguno. Dos de los parámetros fundamentales para el juzgamiento y evaluación de los funcionarios de los organismos evaluados son: independencia y transparencia.
El andamiaje de corrupción, represión e impunidad se construyó justamente sepultando estos parámetros, al bloquear, en la mayoría de los casos, la información, así como al designar y reciclar en las diferentes carteras de Estado a los “amiguetes” de su círculo cercano y sumiso, destruyendo el principio democrático de independencia y contrapesos.
De lo analizado debemos colegir que el factor común en los funcionarios cesados es la evidente dependencia, obediencia y subordinación irrestricta a la voluntad del Ejecutivo, por sobre la ley y los derechos en la década del correato. En resumen, el factor común fue ese “yugo servil”.