América dada al diablo
Escribo con reticencia el presente cañonazo, titulado como queda establecido. Lo hago como un permanente homenaje a Benjamín Carrión, que así designó una de sus obras más conocidas.
La cautela me surge dada la gran cantidad de críticos de pacotilla, especializados en distorsionar las apreciaciones que no comparten, sin escrúpulo alguno a hacerlo sin ética, atribuyendo lo que se les ocurra a lo expresado por aquel con quien discrepan.
Así, hablar del diablo puede tentar a una serie de especulaciones estultas y no faltará quien mande un tuit diciendo que estoy dedicado a ritos satánicos.
Dejando entonces constancia de que no tengo interés de ninguna naturaleza ni en Lucifer, ni en diablo alguno, salvo los que gobiernan determinadas repúblicas nuestras, empezando el recorrido en Colombia resulta llamativo extraer de la información brindada con motivo de su fallida consulta anticorrupción, que se calcula, en acuerdo con estudios realizados por la Universidad Externado, que ese país perdió por corrupción el 4 % de su PIB entre 1991 y el 2011, lo cual significa un promedio de nueve billones de pesos por año (casi 3.000 millones de dólares al cambio actual).
La pregunta que surge de inmediato es ¿cuántos millones pierden Venezuela, Perú, Nicaragua, Argentina, Brasil y un largo etcétera, incluyendo al Ecuador por cierto, con la diferencia de que nuestras universidades no hacen ese tipo de investigaciones?
¿Qué está pasando en la Patria Grande?
En pleno centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba, que se decidió a romper con el antiguo régimen de educación superior,
Muchos se preguntan cómo hemos llegado al actual estado de pasividad, manteniéndonos sin protestar frente a la corrupción y el abuso del poder’.
creo que ahora uno de los males mayores es tener rectores y estudiantes que se doblegaron hasta ante las violaciones de su autonomía manteniéndose silentes. Si esa actitud adoptaron con lo que les atañe directamente, poco se pudo esperar en relación a otros temas de interés nacional que fueron violentados contando con su timorata reacción. Como tampoco los partidos políticos están en su mejor momento, en la lucha contra la corrupción solo quedan ciertos medios de comunicación y grupos de la sociedad civil.