Alerta a tiempo
EDITORIAL
La caída del puente de Génova (Italia) generó conmoción mundial, sobre todo porque fue una tragedia que pudo ser evitada, pues hubo advertencias acerca de que presentaba problemas en su estructura. Pero estas fueron ignoradas, minimizando el enorme riesgo que aquello implicaba.
Más allá de ser un acontecimiento que se comenta con tristeza y a la vez con indignación ante la negligencia, la noticia tiene especial importancia para los guayaquileños porque quien construyó el colapsado viaducto de Polcevera es el mismo arquitecto que diseñó el Puente de la Unidad Nacional. Ya han pasado 48 años desde su inauguración, en julio de 1970, y actualmente soporta un flujo ininterrumpido de miles de vehículos diarios.
El puente genovés fue cons- truido en 1967 y se estimaba que podría prestar servicio durante 100 años. Sin embargo, se derrumbó a la mitad del periodo proyectado y entre las causas posibles se mencionan microfisuras que pudieron ir apareciendo con el pasar del tiempo; los efectos del agua al entrar en contacto con la estructura interna de hierro, o incluso errores de cálculo.
Por los antecedentes expuestos, el puente de la Unidad Nacional debería encabezar la lista de una impostergable revisión estructural, seguido por los demás puentes que se levantan sobre los distintos ramales del estero Salado y los numerosos pasos elevados (vehiculares y peatonales) construidos en toda la ciudad y su entorno inmediato. El terremoto de abril de 2016 y sus réplicas debieron haber dado paso a un examen de todos ellos y a un mantenimiento
El puente de la Unidad Nacional debería encabezar la lista de una impostergable revisión estructural’.
especial, más allá del que normalmente deben recibir a medida que transcurren los años y por incrementos de la carga a la que se someten diariamente.
Lo sucedido con el puente italiano debe ser tomado como una alerta a tiempo. Las instituciones encargadas de la vialidad deben dar inicio a un proceso de evaluación de las diferentes estructuras por las que circulan tanto el parque automotor de Guayaquil como sus peatones, que permita determinar cuál es su estado actual y en función de ello proceder a su reforzamiento o reedificación. Si efectivamente tales controles se han realizado con la periodicidad requerida, y por excepción ante siniestros o catástrofes naturales, sería oportuno que las autoridades emitan un informe y que este sea ampliamente difundido, para tranquilidad de la ciudadanía.