El nepotismo devora los ingresos
El Estado de derecho no es el mamotreto impuesto como Constitución. Ha servido para respaldar la década nefasta que asoló a Ecuador. Las incondicionales, que aún lo proclaman, para defender sus privilegios y a su caporal, no tienen idea del derecho como ciencia ni conocen su hermenéutica. Peor la diferencia entre derecho y ley.
Ideólogos y políticos confunden: solo piensan en capital y trabajo. Pero, socialmente, hay enormes diferencias entre personas y países de economías desarrolladas y subdesarrolladas (eufemísticamente ricos y pobres). Trabajar no es lo mismo que producir. Todos queremos trabajar. Para muchos es el único ingreso, sea sueldo, comisión o salario. Los formales e informales generan ingresos propios y ajenos. Proveen bienes y servicios. El trabajo duro y el esfuerzo, básicos en el desarrollo personal y del país, no son los únicos factores para lograr más y mejor producción. En economías pobres, los trabajadores trabajan mucho más que en economías ricas. El trabajo no les da buenos ingresos.
Los países y personas ricos producen más en menos horas y viven mejor. Logran superior calidad de vida. Por respetar la libertad, su producción es eficiente. La riqueza social (que no es riqueza del gobierno) provoca en economías desarrolladas menor necesidad de trabajo.
El capital social no resulta de revoluciones, peor del socialismo. Los impuestos y “permisos” burocráticos destruyen la capitalización y la economía.
El ahorro, la inversión de riesgo (propia, nacional y extranjera), la competencia y el capital, físico o intelectual, aumentan la productividad. Altos niveles de vida en el primer mundo (ricos).
La rentabilidad solo aumenta con austeridad y tecnologías que generen eficiencia, en menos tiempo. El aporte marginal de cada trabajador aumenta su salario. Pero no hay circulante. No hay negocios. Los precios caen (deflación).
Reducir US$ 1.000 millones en el gasto público es insuficiente. El nepotismo devora los ingresos.