“Robar a la nación es robar a todos. El que lo hace es diez veces ladrón”
Probidad es en el hombre lo que honestidad en la mujer. Si otros lo han dicho ya, vaya su voto a mi favor y quede reforzado el principio con la opinión de muchos: principio que no es sino mandamiento de la ley de Dios cubierto con la vestidura de la sociedad humana. Non furtum facies, rezan las tablas de la ley: no robarás. El que roba, quebranta un mandamiento e incurre en la cólera divina. El legislador dice: no robarás a tu padre, a tu madre, a tu hermano, a tu prójimo, ni al Estado. Esto es, no robarás a nadie. Robar a la nación es robar a todos: el que lo hace es dos, cuatro, diez veces ladrón: roba al que ara y siembra; roba al que empina el hacha y acomete al yunque; roba al que se une al trabajo común con el alma puesta en un pincel, roba al agricultor, al artesano, al artista, roba al padre de familia; roba al profesor; roba al grande; roba al chico: todos son contribuyentes del Estado, a todos roba y todos deben perseguirlo por derecho propio y por derecho público. ¿Con que el sudor de la frente del pueblo es para los apetitos y gulas de un hombre, un mal hombre que está cultivando la soberbia y engordando la codicia? No puede haber Estado sin contribuciones generales. Las contribuciones desviadas de su objetivo son fraudes que el magistrado prevaricador comete en contra de los ciudadanos cuyo fuero surte por ley tácita. Los ciudadanos tráiganles a la ley; si no por bien, por mal; tómeles en cuenta del robo, de la traición y de la infamia convertida por él en principio de excedencia.
Dr. Milton Hidalgo Verdesoto