Prevenir para no lamentar
EDITORIAL
Como las grietas que se abren en el asfalto, por el paso del tiempo y el mantenimiento superficial, el cacareado desarrollo vial de Ecuador avanza en su deterioro. No es cosa del último año, sino de siempre. Pese a la propaganda, las evidencias se acumulan en cada ruta, incluidas las más transitadas o las carreteras con conexiones estratégicas. Como en la que une Guayaquil con la sierra central.
El paso hacia Riobamba, por el que circulan 3.500 vehículos al día, con densa presencia de camiones pesados y autobuses interprovinciales, pende de un hilo en forma de puente sin vida. El Salsipuedes, como se conoce popularmente al cruce sobre la quebrada de mismo nombre, fue declarado en emergencia hace seis años. Fue reparado provisionalmente y se concluyó que su vida útil había terminado tras más de 30 años conectando la costa con la montaña. Pero, tal y como ha publicado este diario este fin de semana, lo único que se ha hecho en un lustro es pedir y obligar a los conductores a que extremen la precaución. Debía haberse construido otro puente como reemplazo, pero el presupuesto reordenó las prioridades del país y adelantó la supervivencia económica frente a la seguridad de los conductores. Ahora, se espera que en seis meses esté lista la consultoría de una nueva obra. No hace falta recordar la tragedia de Génova para aventurarse a medir la magnitud de las consecuencias si se sigue estirando más de la cuenta el uso de una infraestructura ya descartada.
Prevenir para no lamentar siempre ha sido la fórmula más bondadosa. Ya sea en salud, inseguridad,
Debía haberse construido otro puente hace un lustro como reemplazo del Salsipuedes, pero el presupuesto reordenó las prioridades del país y adelantó la supervivencia económica frente a la seguridad de los conductores’..
tránsito o cualquier otro ámbito. Aparte de ahorrarse daños irreparables sobre las personas, las economías más avanzadas han demostrado en la práctica que siempre es más económico evitar problemas que arreglarlos.
El puente Cornelio Dávalos, como se llama formalmente al que conduce hacia Pallatanga, es uno de los que está en lista de espera estatal, pero también está el de Bucay y la carretera entre Guayaquil y Machala o la que conecta con Salinas, la red vial de Esmeraldas... La lista de las infraestructuras que necesitan atención no es interminable. Es finita y está definida. Lo que no está tan claro es en qué puesto se encuentra, a nivel presupuestario, la prioridad vial y la seguridad en las carreteras, más allá de los anuncios gubernamentales.