Lecciones no aprendidas
Siempre me acuerdo de las palabras lapidarias de Marc Lindenberg, en su momento rector de Incae, cuando en una discusión sobre decisiones políticas nos dijo: “el problema de los ecuatorianos no es que no saben qué hacer, es que no hacen lo que saben que tienen que hacer”.
Ha pasado poco más de un año de la salida del régimen anterior, al que se le ha achacado mil culpas, y muchos de los líderes políticos no aprendieron la lección. ¿No fue acaso uno de los argumentos que se esgrimía para “cambiar todo” que la democracia era una farsa porque no existían partidos políticos sino organizaciones personales donde los líderes de estas ponían a quien les parecía como candidatos? ¿No fue acaso que un gobierno autoritario suplantó a un sistema autoritario de partidos, donde quien tenía la billetera para fondear la organización ponía la música para que los demás bailen, o si no era un asunto de billetera, simplemente era un asunto de propiedad debidamente registrada? Pues parece que estamos volviendo a lo mismo. El artículo 94 de la Ley Orgánica Electoral establece claramente que en las organizaciones políticas se deben realizar “elecciones primarias o procesos electorales internos”, situaciones que no están ocurriendo con algunos que empiezan a aparecer como candidatos. Con el argumento de que los números dicen una cosa, los dirigentes políticos se empeñan en poner personas sin preparación para los cargos, expertos en moverse sin rubor de un partido a otro y sin profundidad ideológica, con tal de ganar la elección. Creen que la discusión está entre perder con un buen ciudadano o ganar con uno que claramente no está preparado para el cargo. ¿Por qué no ganar con un buen ciudadano? Porque como en el fútbol, eso implica trabajar en las divisiones inferiores, hacer escuela, generar pensamiento y promover a gente desde adentro, y no simplemente alinear a alguien de afuera unos minutos antes del partido. Creen que los electores son niños y quieren darles golosinas sabiendo que les hacen daño, con tal de ser populares con ellos. Para un líder político su deber va más allá de una elección.
un gobierno autoritario suplantó a un sistema autoritario de partidos’.