Cabezas apaga el incendio
Las bancadas cerraron filas para defenderse de las denuncias por el “impuesto al trabajo” ❚ Brindarán facilidades a la Contraloría y la Fiscalía para investigar
gido a un asambleísta (que se abstuvo de nombrar) desde la cuenta de uno de sus asistentes: “Le estoy adeudando 605 dólares por el abono mensual de mil dólares conforme habíamos acordado”. “¡Hable, hable!”, gritaron desde los escaños de la izquierda exigiendo saber el nombre del implicado. Pero estas veleidades duraron poco.
La presidenta concedió la palabra solamente a un legislador por cada bloque. Los discursos (salvo el de Jeannine Cruz, que aportó novedad documental) fueron intercambiables. Especialmente los de los representantes del correísmo (Pabel Muñoz) y el PSC (Luis Fernando Torres), que coincidieron en todo. Basta con decir que el uno citó al otro. Finalmente el texto fue aprobado tal cual lo había escrito Cabezas, con su rampante proclama de victimización parlamentaria en el primer punto resolutivo, donde se rechaza “toda información infundada tendiente a mancillar o menoscabar el buen nombre y prestigio de la Asamblea”. Porque la culpa es de los medios.
La resolución exhorta a los asambleístas y ciudadanos que conozcan de actos de corrupción a que los denuncien; acuerda brindar a la Contraloría y a la Fiscalía las facilidades del caso para que investiguen (lo cual, por lo demás, es obligación de la Asamblea sin necesidad de mediar resolución alguna); y garantiza el trabajo de los empleados que decidan hacer públicos sus casos (lo cual, también, es un derecho básico). En definitiva: hora y media de debate para no avanzar un ápice.
Todo terminó con un altercado entre Elizabeth Cabezas y Mae Montaño (EX-CREO). Montaño había levantado un cartel donde se leía: “77 días y el juicio político a Diego García duerme en el cajón de la presidenta”, y la presidenta se lo cobró negándole el derecho a la palabra. “¡Este es un debate serio!”, le gritó cuando la afectada se quejó, como si un debate, para ser serio, tuviera que prescindir de Mae Montaño. “Para qué se desafilia”, le dijo luego fuera de micrófono. Montaño cree que tanto el texto de la resolución como el debate fueron un despliegue de espíritu de cuerpo. A la hora de votar, se abstuvo. Lo mismo hicieron dos asambleístas de CREO: Henry Moreno y Ana Abril, nada menos que la alterna de Fabricio Villamar, testimonio de cómo la política da vueltas.