Moreno o Ford
En medio de los intereses particulares que acortan miras, un presidente de la República suele perder parte de su razón de ser. Para los publicistas es un jabón; un jefe más, para los burócratas. Y para los poderosos, un tipo con quien negociar prebendas. ¿O no?
Al gobernar con la mentalidad de parcela se pierde una de sus razones esenciales: la capacidad de docencia. Un presidente la puede ejercer con desidia e ignorancia; o con prepotencia y cinismo. O con sabiduría y valor, sobre todo cuando va contra la visión estrecha de quienes, como ciudadanos, solo vemos nuestro interés o miedo. Nuestra desmemoria.
Docencia es lo que debe hacer el presidente frente a la descomunal crisis humanitaria venezolana. No lo hizo cuando decretó el uso del pasaporte y luego de la cédula con ‘garantías’ para entorpecer su libre tránsito en Ecuador. Aupado en encuestas (lo dijo el exministro grandote solo de cuerpo) tomó una decisión ilegal, populista e inhumana. Nombrar una nueva ministra que -en teoría- tiene credenciales para corregir los errores de su antecesor, aviva la esperanza de que Lenín Moreno (está bien: el presidente Moreno) tome medidas que superen la visión tan pueblerina de quienes gobiernan siguiendo los dictados de asesores y los humores de ciudadanos. Pues unos y otros parecemos olvidar a los dos millones de los nuestros que huyeron en los últimos 20 años a Chile, EE. UU., Italia, España, donde
.... para tratar una crisis humanitaria se requiere, por ejemplo, establecer vías más seguras para solicitar asilo, o liderar una propuesta regional que reparta equitativamente a los desplazados’.
sea… Y que para tratar una crisis humanitaria se requiere, por ejemplo, establecer vías más seguras para solicitar asilo, o liderar una propuesta regional que reparta equitativamente a los desplazados.
Docencia para enseñar, crear, avanzar. No para darnos la razón porque lo sugiere un encuestador de esos rápidos de lengua y lentísimos para pagar impuestos. Porque se les hace “cuesta” arriba.
“Si yo hubiera hecho caso a lo que quiere la gente, habría construido caballos más veloces”, contaba Henry Ford, padre de la industria automotriz. Eso debe recordar un presidente cuando toma decisiones vitales: su capacidad de enseñar, inspirar, trascender. Ser Moreno. O ser Ford.