Escándalo de refugiados de Europa
Hace mucho se sabe que el campamento de refugiados de Moria en la isla griega de Lesbos está plagado de hacinamiento, condiciones insalubres y violencia descontrolada, con disturbios que dejaron muchos heridos. Pero cuando los trabajadores humanitarios informaron en abril que había intentos de suicidio entre niños de hasta diez años, quedó al descubierto otra faceta trágica de la crisis de refugiados: 30 millones de niños en todo el mundo hoy están desplazados y muchos en condiciones atroces. Pero la crisis también amenaza con destruir su futuro. En el campamento los niños viven con miedo. Ver personas gravemente heridas es traumatizante para los que están con sus familias y peor para los que no están acompañados. Aun si lograran llegar a salvo a algún lugar, sus perspectivas son desoladoras, porque la mayoría nunca tendrá la posibilidad de ir a la escuela. Según datos recientes, había 1.729 niños en Moria, más de 1.000 en edad escolar. Nadie asiste a la escuela pública y el gobierno griego todavía tiene que otorgarles acceso a alguno de los programas de educación formal establecidos para quienes solicitan asilo. La mejor opción con la que cuentan son centros educativos informales abarrotados, con elevada rotación de maestros. Incluso esta opción no está al alcance de todos. Las autoridades griegas le han dado al Ministerio de Migración 30 días para mejorar las condiciones en el campamento o cerrarlo, medida necesaria desde hace mucho tiempo, pero que no va a disminuir el desafío trascendental que enfrenta Grecia, que ya lucha bajo el peso de la austeridad y ha tenido que hacer frente a 1,1 millón de refugiados desde 2014, y otros cientos siguen llegando a Lesbos a diario, algo devastador para la pequeña isla, cuya industria del turismo se ha visto diezmada. En el resto de la Unión Europea efectivamente les está cerrando las puertas a los refugiados; en Grecia, los campamentos en el continente se han llenado, pero Moria todavía funciona con una capacidad 3 o 4 veces mayor a la oficial. La Comisión Europea ha asignado más de 1.500 millones de euros a Grecia desde 2015 para gestionar la crisis de refugiados y puede entregar un respaldo de emergencia adicional. El destino de los fondos que se otorgaron en el pasado es hoy tema de investigación. El apoyo inadecuado a refugiados no es solo un problema de Grecia. Menos de la mitad de niños refugiados en edad escolar a nivel mundial asisten a la escuela; ni siquiera uno de cada cuatro llega a la secundaria; y menos del 1% a una educación superior. El fondo La educación no puede esperar se creó para cerrar la brecha de financiamiento para la educación de esos niños y coordina con NN. UU. y sus agencias humanitarias financiera y organizacionalmente, la manera de garantizar que cada niño refugiado tenga la oportunidad de recibir educación. Históricamente, las necesidades educativas y de empleo de largo plazo nunca se han valorizado como corresponde en la planificación humanitaria. Pero, en la misma medida que los refugiados necesitan alimentos, refugio y atención médica apropiados, también necesitan conocimiento y herramientas para forjarse una vida nueva y aportar a la sociedad mañana, en su país natal o en uno nuevo. Por el bien de todos se debe garantizar que reciban las capacidades que necesitan.
El apoyo inadecuado a refugiados no es solo un problema de Grecia. Menos de la mitad de niños refugiados en edad escolar a nivel mundial asisten a la escuela...’.