Para salir del desencanto
Si perdemos la esperanza en un futuro mejor, corremos el riesgo de entrar en un peligroso período negativo, aunque solo fuese por aquello de las “profecías autocumplidas”.
No se trata de empezar a creer, contra toda prueba en contrario, que la situación político-económica y social del Ecuador es buena pero, si seguimos pensando (y actuando en consecuencia) que estamos en un agujero sin salida, así se volverá la realidad.
Si el futuro es incierto, nadie invierte, y si nadie invierte, el futuro será tenebroso. Sin embargo, alguien se atreve a una apuesta riesgosa y produce Agujero negro. Hagamos de esa película un éxito de taquilla, vayamos a verla con amigos y apoyemos un esfuerzo nacional por un cine de calidad, con temas nuestros, de ámbito universal. Felicitaciones a quienes creyeron en la posibilidad y se atrevieron.
Sí. Se atrevieron, tal cual Ángel Llerena, cuyo nombre hay que ponerlo en la mente de los ecuatorianos que creen que aún estamos, como decía Eugenio Espejo, en el lugar más oscuro de la tierra. Eso ya no es cierto. Eso fue durante un periodo de la Colonia y precisamente Espejo iluminó el porvenir concibiéndonos independientes y sabios.
Ahora Llerena, con la herencia que viene desde el precursor, se atreve a ozonizar a nuestro oro verde y lo libra de plagas que podrían arruinar su producción en todos los países que lo cultivan, con grave daño económico regional. A Llerena se le prendió el foco y ahora está propuesto para un Premio Nobel, nominado por la Universidad Agraria de La Habana. Ojalá pueda viajar a Estocolmo, si consigue que el gobierno nacional le financie
Sin autoengaño y reconociendo que el Gobierno tiene que empeñarse en sus tareas, cabe destacar otros esfuerzos que nos liberan del desencanto’.
el pasaje y su universidad, la Católica de Guayaquil, le cubra los viáticos. No todos los días tenemos un postulado a Premio Nobel.
A propósito de agricultura, nuestro cacao sigue siendo de campeonato para producir buen chocolate y ello se sigue reconociendo en ámbito internacional, al igual que la calidad de los camarones y los langostinos por acá producidos, que en el mundo tienen reconocida ‘denominación de origen’, aunque nosotros no se la hemos otorgado oficialmente.
Por el estilo, sí hay futuro.