Tendencias inevitables
Hace pocos días en una corta exposición en el marco del V Congreso Anual del Voluntariado, les expresaba a las asistentes, damas de distintos lugares del país que habían comprometido sus vidas al servicio gratuito a las personas más vulnerables, los cambios que se estaban produciendo en el mundo, y que en la forma de una especie de placas tectónicas provocaban movimientos globales inevitables.
La tecnología ha revolucionado el concepto tradicional de valor. Compañías como Uber o Airbnb, por citar dos, no disponen de activos tangibles, y utilizando los bienes de cientos de miles de personas pueden facilitar la prestación de un servicio que está dejando atrás a los competidores tradicionales, adquiriendo un valor económico inimaginable. La tecnología ha convertido a sus creadores usualmente jóvenes sin ningún patrimonio que no sea una idea- en inmensamente ricos, generando la brecha de concentración de riqueza más grande de la que se tenga registros. Los Estados tendrán que lidiar con las empresas de alta tecnología desde el punto de vista tributario, pero por sobre todo desde el poder adquirido; estas empresas en muchísimos casos son más poderosas que países desarrollados.
La tecnología ha trasladado un poder enorme al individuo, a la persona común. La tecnología y las comunicaciones están facilitando la solución de problemas que hasta hace poco habrían sido impensados, como el acceso a financiamiento
La tecnología ha trasladado un poder enorme al individuo, a la persona común’.
de muy pequeñas unidades productivas a través de microahorristas, sin el concurso de la banca tradicional, o la colocación de productos agrícolas directamente entre pequeños productores y consumidores finales, sin que medien intermediarios. Este desenfreno de hechos nos obliga a replantearnos el desafío en la formación de niños, jóvenes y también adultos, respecto de las nuevas responsabilidades que exige el poder de la tecnología en sus manos. Hay que pensar en algo pronto como sociedad civil, antes de que se meta en esto el Estado.
El gran desafío no será la escasez; será cómo lidiar con el poder individual para no terminar con piedras y palos, como predijo Einstein.