Populismo depredador
Lo que ocurre en Argentina es una de las muestras más claras del estado de corrupción implantado por los regímenes populistas autocalificados de izquierda. Por aproximadamente trece años el kirchnerismo ejerció un poder alimentado por el latrocinio y la usurpación descarada de los recursos del Estado. Un sistemático ejercicio de sustracción y robo, armado desde las más altas esferas del gobierno y sustentado por una secuencia imparable de coimas que logró gestar un armazón político-institucional asentado en un desvergonzado asalto a la riqueza de ese país.
Los hechos son tan claros e incontrovertibles que, pese al contubernio de un grupo de senadores afecto a los kirchner para blindar a Cristina Fernández de la merecida sanción que, con toda seguridad, provendrá de la justicia argentina por su culpabilidad en los delitos de delincuencia organizada, la opinión ciudadana se adhiere cada vez más a la convicción de que aquella ha sido y es la cabeza de esa mafia política.
La conclusión resultante de este crítico escenario es que todos los regímenes inscritos en la tendencia del denominado socialismo del siglo XXI devinieron en aparatos de succión de la riqueza de sus respectivos países, en vergonzosas experiencias de concentración del poder para favorecer a quienes lo detentaron, en depredadores de la política a la que convirtieron en práctica de abierta y vulgar piratería, en manipuladores de la opinión a partir de reiteradas campañas de propaganda de incalculables costos, y en sabuesos incansables en contra de la opinión ajena, los derechos humanos y las libertades individuales.
Esta apreciación quedaría incompleta si no advertimos otro de los peligros sobrevinientes: haber deslegitimado a las corrientes políticas democráticas y de izquierda en América Latina, que proponen cambios fundamentales y el advenimiento de una sociedad de equidad y justicia, abriendo así la posibilidad de que se justifique la llegada de gobiernos de línea dura, peligrosos para la democracia y la preservación de los derechos ciudadanos.