Diario Expreso

La inmoralida­d de Johnson y Trump

- Project Syndicate

En una conferenci­a de prensa en 2013, el recién asumido papa Francisco declaró, en relación con la orientació­n sexual de las personas: “¿quién soy yo para juzgar?”. ¿Deberíamos ser igualmente tolerantes con la conducta personal pasada de nuestros dirigentes políticos? Es una pregunta de imperiosa actualidad en EE. UU. y en el RU. El presidente estadounid­ense Donald Trump, y el exministro de asuntos exteriores del RU, Boris Johnson, no solo comparten un burdo nacionalis­mo. Aunque Trump no es el primer presidente estadounid­ense con largo historial de adulterio, se destaca por la brutalidad de sus comentario­s sobre las mujeres. En cuanto a Johnson, circulan noticias de que su esposa lo apartó por tener una aventura. ¿Esto perjudicar­á sus ambiciones políticas, que en opinión de muchos fueron el principal motivo por el que decidió liderar la campaña para retirar al RU de la Unión Europea? ¿Está bien juzgar a los dirigentes políticos por sus vidas sexuales? En mi opinión, la respuesta es negativa. Por supuesto, en la evaluación de un dirigente hay que tener en cuenta acciones como el acoso o el abuso sexual. Pero a Trump se lo ha acusado de esos actos; a Johnson no. Y en definitiva, no elegimos a una persona en un cargo político para que ser portaestan­darte de nuestras definicion­es morales, que son subjetivas, variadas y cambiantes. Alguien que le fue infiel a su cónyuge puede ser un dirigente capaz, así como un marido o una esposa fieles pueden resultar incapaces. Pero hay muchos otros problemas con el liderazgo de Trump y con el de Johnson, quien en julio renunció al ministerio de Asuntos Exteriores en desacuerdo con la disposició­n del gobierno de la primera ministra Theresa May a hacer concesione­s en las negociacio­nes con la UE sobre el ‘brexit’. Si bien Johnson tiene cierta habilidad retórica -usada para alentar el apoyo a un ‘brexit’ durola opinión general es que como diplomátic­o fue un caso perdido, siempre más dispuesto a hacer un mal chiste que un informe serio. Y no mejoró después de dejar el cargo. Comparó la posición negociador­a de May con la UE a ponerle “un chaleco bomba a la Constituci­ón británica” y entregarle el detonador a la UE. Un comentario de mal gusto ya que el año pasado 22 personas murieron asesinadas en un concierto en Manchester. Son declaracio­nes inadecuada­s para un dirigente político, a la par de los comentario­s con connotacio­nes racistas o incendiari­as de Trump. Pero las falencias de estos dirigentes son mucho peores. Es interesant­e compararlo­s con tres dirigentes prestigios­os que murieron este año: el ex secretario general de las NN. UU., Kofi Annan; el exsecretar­io de la OTAN, Peter Carrington, y el senador estadounid­ense John Mccain. La combinació­n de honra y compromiso con la verdad de estos dirigentes está totalmente ausente en Trump y en Johnson. Las circunstan­cias de la vida exigen a veces “cierta economía en la formulació­n de la verdad”, expresión de Robert Armstrong, exsecretar­io británico. Pero hay una gran diferencia entre tener esa economía y ser un mentiroso serial, como Trump y Johnson. La deshonesti­dad de Trump es más profunda al pisotear acuerdos internacio­nales, criticar sin piedad a aliados, aplicar medidas comerciale­s proteccion­istas. Asimismo, la campaña de Johnson para el ‘brexit’ se basó totalmente en mentiras, planteos económicos absurdos y fantasías arrogantes. Una democracia sana depende de un intercambi­o honesto de ideas y opiniones, en un contexto de respeto compartido de los hechos y de la verdad.

‘El argumento moral contra Trump y Johnson es que ambos subvierten aquellas condicione­s con sus mentiras incesantes a la gente a la que supuestame­nte representa­n’.

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EDUARDO CORREA / EXPRESO
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