El comercio se acoraza ante robos ‘silenciosos’
Los comerciantes intentan frenar los hurtos que solo quedan grabados en cámaras
Asimple vista no llamaban la atención. Pasaban como cualquier transeúnte o cliente, en medio de la marea de gente que a diario camina por la bahía de Guayaquil. Pero fue una cámara de seguridad, instalada en uno de los locales del sector, la que los delató en el delito: el robo de dos teléfonos celulares desde el interior de un mostrador.
Las imágenes revelaban cómo un hombre se acuclilló sobre una de sus piernas, para apoyar el cuerpo de una mujer que lo acompañaba. Así, de un solo salto, ella se encaramó en el mostrador y, sin importarle la presencia de clientes, estiró su cuerpo para alcanzar dos móviles que estaban dentro de la repisa de vidrio.
El hecho trascendió a mediados de este mes, tras la viralización de las imágenes que comenzaron a circular por las redes sociales y dieron cuenta de cómo mujeres, hombres, niños, embarazadas y personas de la tercera edad roban silenciosamente (sin armas ni violencia) en el casco comercial de la urbe.
La situación ha obligado a los comerciantes, no solo del sector de la bahía, sino de las calles 6 de Marzo, 10 de Agosto, Clemente Ballén, Sucre, Rumichaca y sus alrededores, a invertir en seguridad para ellos y sus clientes.
En su mayoría, los negocios han optado por colocar cámaras de seguridad, ya sea internamente o en los exteriores de su local. Otros han preferido unirse para ubicar los aparatos en las esquinas de los edificios o contratar guardianía privada.
Pero “el sistema más seguro que se aplicó aquí fue el sensor para metales y los dispositivos en las prendas”, señaló Estefanía Arévalo, empleada de un negocio de ropas ubicado en las calles Chile y Olmedo. Hace tres meses abrieron el establecimiento y no contaban con medidas de seguridad. Eso les hizo ‘pagar piso’.
“Se empezaban a llevar la mercadería de a poco. Lo notábamos en las prendas. Si poníamos una docena de blusas, aparecían seis, y no las habíamos vendido”, detalló. Lo más sorprendente para ella fue ver que quienes se llevaban las vestimentas eran personas de la tercera edad, en su mayoría. “Son más mujeres, meten la prenda en bolsos, en medio de su cuerpo. Se las ingenian para llevarse las cosas”.
Estela, quien atiende otro local de venta de ropa, asegura que ellos ponen más atención en quienes ingresan a comprar en grupo. “Aquí ya los conocemos”, afirmó sin dar más detalles.
En el negocio que atiende Liseth
LA FRASE Si ponemos una cámara de seguridad, de qué nos sirve, si el ladrón ya se ha llevado el artículo.