Caso Balda: sí hubo espionaje
La defensa de Rafael Correa intentó, con argumentos enrevesados, desbaratar la tesis de la Fiscalía ❚ Fernando Balda también llevó a su equipo de veedores
Turno de la defensa en la audiencia preparatoria del juicio por el caso Balda. Caupolicán Ochoa, abogado de Rafael Correa, se explayó durante más de tres horas en su afán de desacreditar los elementos de convicción de la Fiscalía, perdió la voz, rogó por un receso, volvió bien almorzado y siguió hablando. Al cierre de esta edición continuaba en el uso de la palabra. Luego habrá hecho lo propio Diego Chimbo, el abogado de los agentes Luis Chicaiza y Diana Falcón. La decisión está en manos de la jueza Daniella Camacho. La suerte del expresidente de la República está por resolverse.
Jornada tranquila y sin incidentes tras el escándalo de la víspera, cuando se reveló que la asambleísta Sofía Espín y la abogada
EL DETALLE Solidaria. Yadira Cadena lo admitió: junto a la asambleísta Sofía Espín, visitó a Falcón en la cárcel. Que no fue para presionarla, dice.
Yadira Cadena, del equipo jurídico de Ochoa, visitaron en la cárcel a Falcón con el presunto propósito de presionarle para que cambie su testimonio, que involucra directamente a Correa en el secuestro de Fernando Balda. Cadena ocupó tranquilamente su lugar en la mesa de los defensores y todos se comportaron como si aquí no hubiera ocurrido nada. Espín no dio la cara. Sólo los correístas Ricardo Patiño y Virgilio Hernández asistieron a la audiencia, en la que aparentan desempañar un papel que oscila entre el de simples partidarios y el de asistentes de la defensa, en cuyo espacio reservado entran y salen sin pedir permiso.
En cuando a Balda, esta vez siguió el ejemplo de su contraparte y llegó acompañado por un equipo de veedores propios, entre los cuales destaca Patricio Zuquilanda, el excanciller de Lucio Gutiérrez y figura de su partido, Sociedad Patriótica. Junto con él, un grupo de cinco o seis bien trajeados observadores ocuparon la primera fila.
No es un orador apasionado Caupolicán Ochoa. Su correctísima sintaxis adornada de arcaísmos y giros retóricos no consigue comunicar emoción ni aun en los momentos de mayor enjundia. Eso se debe, en gran medida, a lo oscuro de sus argumentos. Sin embargo, no le faltó humor a la hora de burlarse de la tesis del “influjo psíquico” que, según el fiscal Paúl Pérez Reina, el expresidente Correa ejerció sobre los autores materiales del secuestro. Según Ochoa, la figura del “influjo psíquico” sustituye ahora a la de “responsabilidad mediata” que, al inicio del proceso, se imputaba a su defendido.
Si los elementos de convicción expuestos en la audiencia anterior por el fiscal y por el abogado particular de Balda, Felipe Rodríguez, resultaban contundentes para el espectador, las pruebas de descargo presentadas ayer por Ochoa parecieron más bien enrevesadas. Arrancó expresando su sorpresa por el hecho de que ninguno de los indicios del fiscal se preocupa por establecer la comprobación material del delito; sin embargo, de ahí en adelante, todo lo que dijo daba
AUDIENCIA