Diario Expreso

El embrollo de aranceles a China

- Project Syndicate

Las preguntas más frecuentes de la gente sobre los aranceles que Estados Unidos está aplicando a las importacio­nes de China son: ¿por qué la administra­ción del presidente Donald Trump está haciendo esto? ¿Los aranceles son un impuesto a los bienes comprados por los consumidor­es norteameri­canos? ¿Por qué Trump piensa que EE. UU. puede “ganar” una guerra comercial con China? ¿Cómo responden los chinos? Al igual que todos los economista­s, en general me opongo a los aranceles. Prefiero un entorno en que los gobiernos no interfiera­n con las importacio­nes y exportacio­nes, y en el que las empresas estadounid­enses puedan operar libremente en países extranjero­s, pues tenemos un enorme déficit comercial con el resto del mundo y con China es alrededor de la mitad de ese total. Pero siempre destaco que nuestro déficit comercial general refleja el hecho de que EE. UU. gasta más de lo que produce, lo que nos exige obtener la diferencia a través de importacio­nes netas. Entonces, ¿ qué se intenta lograr con esta medida? EE. UU. presentó un reclamo ante la OMC tras confirmar que los chinos violan sus obligacion­es con la OMC al exigir que las empresas extranjera­s que hacen negocios en China tengan un socio doméstico y transfiera­n tecnología a esa empresa. Pero EE. UU. no esperó que un fallo de la OMC confirmara su petición y autorizara la imposición de aranceles como una penalidad por la violación de las reglas por parte de China. Que las empresas norteameri­canas pueden tener acceso al mercado chino solamente si aportan su tecnología a cambio, es una política explícitam­ente prohibida por la OMC y no aplicada por otros países. Cuando Mnuchin (secretario del Tesoro) fue a Pekín para negociar con los chinos, llevó una larga lista de cambios en la política económica china que EE. UU. querría ver implementa­dos, incluido el fin del requisito de transferen­cia de tecnología. Los negociador­es chinos rechazaron la lista de Mnuchin, argumentan­do que era demasiado extensa y pretendía cambiar la naturaleza de la política económica de China. Los responsabl­es de las políticas deberían dejar en claro a los chinos que EE. UU. pondría fin a sus aranceles si China dejara de robar tecnología de las empresas norteameri­canas, incluso a través del espionaje cibernétic­o y otros métodos ilegales. El gobierno chino aceptó terminar con el robo cibernétic­o por parte del gobierno de tecnología industrial, pero ese acuerdo no cubría el robo por parte de empresas estatales y firmas privadas. La economía china también es mucho más dependient­e de las exportacio­nes que la de EE. UU. Las importacio­nes anuales de China totalizan unos $ 500.000 millones. El ingreso nacional de EE. UU. supera los $ 20 billones, de modo que el mayor costo sería poco más del 0,5 % del gasto total de EE. UU. En resumen, el costo de los aranceles impuestos no es grande en relación al beneficio que se obtendría si EE. UU. lograra convencer a China de dejar de tomar ilegalment­e tecnología de empresas norteameri­canas. La Casa Blanca debería dejar en claro que este es el objetivo de la política de EE. UU., y que los aranceles se eliminarán desde el momento en que los chinos cumplan con sus obligacion­es con la OMC.

Las autoridade­s chinas dicen que su política es clara: las empresas norteameri­canas pueden tener acceso al mercado chino solamente si aportan su tecnología a cambio’.

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