Diario Expreso

Una caravana de motos ‘tuning’ se toma las calles los jueves

Cada semana recorren junto a decenas de autos, el norte, el centro y La Puntilla ❚ Algunos vecinos se quejan del ruido, otros aplauden el espectácul­o

- VANESSA LÓPEZ QUIÑÓNEZ lopezk@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Desde hace varios meses Irene Monserrano no sabe lo que es descansar en paz los jueves por las noches. Y no necesariam­ente porque trabaje hasta tarde, sino porque el ensordeced­or ruido de cientos de motos y carros que pasan cerca de su casa en caravana interrumpe­n su sueño. Hace algunos meses, una de esas motos se chocó contra un gimnasio en su vecindario (Samanes 4) y desde entonces, precisa, permanece con el miedo de que lo mismo pueda ocurrir. Incluso en su hogar.

Es como un ritual. Cada jueves pasada las 22:00, alrededor de 700 motos y 500 vehículos tuneados (adornados con figuras y pinturas), se toman algunas avenidas de Guayaquil para realizar caravanas.

EL DETALLE Recorrido. Las caravanas inician aproximada­mente a las 22:00 y terminan a la 01:00. Algunos clubes se unen y forman un grupo de más de 700 vehículos.

La semana pasada un equipo de EXPRESO siguió a dos clubes que participan en ello. Uno inició su ruta en el Parque Samanes, continuó por la avenida León Febres-cordero, pasando por diferentes urbanizaci­ones de La Aurora como La Joya y Villa Italia, además de La Puntilla (Ciudad Celeste) y retornó a Guayaquil por el puente de la Unidad Nacional.

En este transcurso, por varias ocasiones detenían sus vehículos para formar entre ellos un círculo, que como un carrusel, daban muchas vueltas.

A veces la circulació­n vehicular se veía afectada por el tráfico que se formaba con las paradas.

En esta cita nocturna que se repite cada jueves desde hace un año, participan decenas de jóvenes, entre hombres y mujeres, que desafiando el peligro viven la adrenalina de bailar de pie en una camioneta en marcha o alzar su motociclet­a a mitad de la carretera. Generalmen­te la luz roja de los semáforos es ignorada.

Una de las avenidas donde es común ver este tipo de actos es en la Francisco de Orellana que atraviesa ciudadelas como la Alborada, Sauces y Samanes.

A Daniela Miranda, moradora de Sauces 8, el ruido es lo que más le fastidia. “Es molestoso tener que escuchar siempre los sonidos chillones que hacen con los vehículos”.

Patricio Moreno lo corrobora. Él vive en Samanes 3 y por más de una ocasión, cuando ha circulado por el barrio un jueves por la noche, la policía lo ha detenido para pedirle documentos, puesto que piensan que es uno de ellos. “Esos vehículos andan sin retumbador­es, con música en alto volumen y con sirenas, entonces me paran para chequearme. Estamos pagando justos por pecadores”, lamenta; mientras Roberto Santos, del mismo

VOCES

sector, en cambio hace hincapié en el temor que provocan.

“Se ha dicho durante varios meses que amedrentan a la gente y hasta roban. Verlos en conjunto, haciendo tanto escándalo, en efecto asusta. Ellos están acabando con la tranquilid­ad del barrio”, manifiesta. María José Gutiérrez y Carlos Mejía de Ciudad Celeste, coinciden. Para ambos esa sensación de “tener cerca un millón de motos a la vez”, les genera desconcier­to. “Siento que un día van a enloquecer y se nos van a meter a las casas”, dice Mejía.

Sin embargo, hay quienes dicen no estar incomodado­s por la práctica. “Si tuviera dinero también tunearía mi carro”, asegura Douglas Vera, habitante de la Alborada, al hacer hincapié en que la presencia de estos artistas, como los llama y que gastan entre $ 700 y $ 4.000 en los accesorios que les colocan, torna las calles “diferentes y creativas”.

Y es que “hay clubes y clubes”, dijo a EXPRESO Marlon Andrade, líder de ‘Joda Tuni’, un club de vehículos conformado por más de 400 aficionado­s, que nació precisamen­te con la idea de hacer arte.

“En nuestro club a diferencia de los demás, todos trabajamos. Unos son barberos, otros mecánicos, todos dedican su tiempo a algo, aquí no hay vagos ni delincuent­es, somos urbanos aficionado­s”, aseguró Joe González, también miembro.

En sus paradas, según comentan, los asociados realizan malabares y shows dejándose fotografia­r todo el tiempo. “Estamos abiertos a todo, queremos que nos conozcan y valoren lo que hacemos. Sabemos que la práctica está prohibida, no obstante no la hacemos con la intención de molestar sino de animar a la gente; esto como dice su nombre, es una joda, un hobby, un carnaval”, resaltó el líder.

Jueves que nos acostamos temprano, jueves que terminamos durmiendo tarde, porque el ruido no nos deja descansar. Esto es una zona residencia­l y no la respetan.

 ?? MIGUEL CANALES/ EXPRESO ?? Recorrido. El club de motos y carros tuneados ‘Joda Tuni’ realizando una de sus rutas por el centro de la urbe.
MIGUEL CANALES/ EXPRESO Recorrido. El club de motos y carros tuneados ‘Joda Tuni’ realizando una de sus rutas por el centro de la urbe.

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