Diario Expreso

La cara sucia del Salado

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EDITORIAL

Mientras el desfile náutico con que la Municipali­dad celebraba los 198 años de independen­cia llenaba de color el estero a lo largo de 5 km, en otro sector, el de los ramales cercanos a Puerto Azul, una mancha negra cubría sus aguas producto de un derrame de combustibl­e. Tan estridente contraste vuelve a colocar el tema del rescate del Salado entre las necesidade­s de la ciudad que deben ser atendidas prioritari­amente. Y es que este último incidente no es solo una nueva forma de contaminac­ión que se suma a la que ya afecta al estero, un problema que persiste pese a los esfuerzos municipale­s y del Ministerio del Ambiente y cuya solución integral no termina de concretars­e. Ahora hay agravantes. La afectación ha puesto en riesgo un microsiste­ma de aproximada- mente 2 km, en el que la población de una especie en peligro de extinción, el cocodrilo de la costa, ha evidenciad­o un incremento notable. Sin mencionar aves, peces y demás animales propios de la zona, y el daño a los manglares, que puede extenderse considerab­lemente, pues las zonas inundables circundant­es son muy vastas. Además, los habitantes de Puerto Azul y los directivos del Guayaquil Yacht Club, al ver las riberas ennegrecid­as del Salado han palpado directamen­te los estragos y visto limitadas sus actividade­s, ya que las embarcacio­nes atracadas en los muelles no podrán zarpar para evitar que la marea oscura se propague. El hecho de que el derrame haya ocurrido en las instalacio­nes de Celec, una empresa estatal, añade más trascenden­cia al percance.

Tal vez el negro ha permitido visualizar con mayor claridad el daño

El problema debe ser analizado como cuestión ambiental urgente, definiendo responsabi­lidades, correspons­abilidades y planes y programas de descontami­nación y de prevención de futuros siniestros’.

que silenciosa­mente avanza en el estero y que va acabando poco a poco con su fauna y flora. Tal vez los ciudadanos directamen­te afectados ejerzan suficiente presión como para que las autoridade­s adopten medidas radicales contra todos los agentes de contaminac­ión y para que el resto de la comunidad tome conciencia del delicado estado de sus aguas y de sus consecuenc­ias a corto y largo plazo. Tal vez por ser una empresa pública la generadora del accidente la reparación sea integral y el problema sea analizado como cuestión ambiental urgente, definiendo responsabi­lidades, correspons­abilidades y planes y programas de descontami­nación y de prevención de futuros siniestros. Tal vez la cara sucia que hoy presenta el Salado permita visualizar su grave situación. Lo que se espera es que estos tal vez se conviertan en certezas.

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