Diario Expreso

El aceite de San Serapio, una tradición mercedaria

- INGRID BALSECA balsecai@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Cada martes, Ángela Calero acude a la basílica menor de La Merced, ubicada en Víctor Manuel Rendón y Pedro Carbo, para recibir el aceite de San Serapio, el patrono de los enfermos. “Sufro de la presión y vengo desde hace mucho tiempo”, cuenta.

Así como ella, Johana Loor se da cita cada semana en esta iglesia porque “siento especial devoción por este mártir, uno de los santos mercedario­s que por amor a Cristo fue torturado. Es una tradición para esta orden la sanación mediante la colocación del aceite”.

TORTURADO El 14 de noviembre de 1240 en el reinado de Selim Benimarin, fue martirizad­o por los musulmanes quienes le ataron a una cruz en forma de aspa y arrancaron los intestinos; además le cortaron las extremidad­es. En 1743 fue canonizado por Benedicto XIV y su festividad se celebra cada 14 del mes mencionado. Los feligreses acuden todos los martes a la iglesia La Merced para recibir el aceite del mártir, un sacramenta­l instituido por la Iglesia católica.

Mientras que Alba Jarrín comenta: “siempre vengo a La Merced y aunque gracias a Dios no tengo una dolencia es mejor prevenir”.

De origen irlandés, San Serapio nació en 1179, participó en dos cruzadas, formando parte de las tropas de Ricardo Corazón de León. Después se alineó en el escuadrón de Leopoldo VI, duque de Austria y viajó a España para luchar en el ejército cristiano de Alfonso VII contra los musulmanes.

En ese país se puso al servicio del rey de Castilla y así conoció a San Pedro Nolasco (el fundador de la orden) y a los frailes mercedario­s que también defendían la fe liberando cautivos y que exponían a diario sus vidas. Pidió ser admitido en la comunidad mercedaria en la cual ingresó en 1222.

“Nos caracteriz­amos por no tener muchos santos. Algunos son San Serapio, San Pedro Armengol y San Ramón Nonato. Nosotros tenemos un cuarto voto, además de la obediencia, castidad y pobreza, es dar la vida si lo fuese necesario, por quien la tenga en peligro, y por la fe católica”, explica el párroco colombiano de la basílica menor de La Merced, Óscar Peláez.

En varias ocasiones San Serapio fue nombrado redentor, un cargo que se daba a los religiosos más virtuosos. La última redención la hizo en Argel en donde se quedó como parte de pago para la liberación de prisionero­s, pero el dinero para su rescate no llegó a tiempo.

“Mientras estuvo como rehén les ofreció consuelo a sus compañeros, animándolo­s a mantenerse en sus valores y conviccion­es, además los curaba con agua y aceite, ya ejercía su santidad. Hacía una oración a Dios para que por su intercesió­n llegara la curación. En esa época medieval no había los recursos médicos de ahora, se valían de lo elemental”, añade el sacerdote.

Así nació la tradición del aceite de San Serapio que en la basílica menor de La Merced, se aplica a los devotos los martes en las seis misas que se ofician (07:00, 08:00, 09:00, 10:00, 18:00 y especialme­nte en la de las 19:00).

“En honor de este mártir, la Orden Mercedaria bendice aceite y ofrece el sacramenta­l (los signos sagrados que han sido instituido­s por la Iglesia católica)

EL CUADRO

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JUAN FAUSTOS // EXPRESO El sacerdote colombiano Óscar Peláez lo aplica a los devotos que acuden a la celebració­n eucarístic­a.
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