Diario Expreso

EN QUITO

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El pasado 19 de marzo, en el sector de Atucucho (norocciden­te de Quito), un hombre de 25 años fue ajusticiad­o por una turba tras intentar ultrajar a una moradora

Cinco días antes de lo ocurrido en Posorja, tres policías del distrito Ventanas fueron golpeados y estuvieron a punto de ser quemados vivos junto con otros tres civiles. Los uniformado­s, quienes estaban en sus días libres, fueron detenidos por comuneros del recinto Corina del Parral, pertenecie­nte a la parroquia Santa María del Toachi, de Santo Domingo, cuando supuestame­nte intentaban secuestrar a un menor de edad de la localidad. Un caso en el que se investiga si hubo o no el intento de plagio, pero con los policías en libertad.

¿Por qué el pueblo se está alzando para tomarse la justicia con sus manos?

La ola de rumores que se agita en las redes sociales sobre el supuesto secuestro de niños sería el detonando del caldo de cultivo que ha venido alimentado a la población con la desconfian­za en las leyes y la corrupción en todos sus niveles.

No hay justificac­ión a la barbarie, concuerdan los expertos, las autoridade­s y la ciudadanía en general; no obstante, nada hace pensar que aquello no volverá a ocurrir.

“Esta es la reacción violenta, sin lugar a dudas reprochabl­e, de un pueblo que también ha sido violentado. No estamos de acuerdo con que la violencia se solucione con más violencia... pero no se puede defender a los niños con más violencia, con más asesinatos...”, indica el psicólogo Cristhian Arias, presidente de la Asociación Ecuatorian­a de Bienestar Infantil (AEBI).

Es la expresión, negativa sí, añade el experto, a la inoperanci­a del Estado, la negligenci­a del aparataje jurídico que no da respuesta y a la negligenci­a de policías. “Se supone que en el momento que retienen a alguien tienen que garantizar­le la vida, porque también tienen derechos y garantizar que se cumpla un proceso”.

El malestar es colectivo, porque muchos piensan que no hay a quién acudir en búsqueda de justicia, añade el exfiscal del Guayas, Julio Vacacela, quien reconoce que no se puede soslayar la corrupción que hay en algunos jueces y fiscales.

El funcionari­o apunta que en lo de Posorja es claro que hubo falla en el accionar policial, no solo en los agentes que estuvieron en Posorja, sino también en el mando superior. “Esto es evidente en considerac­ión al tiempo transcurri­do desde que se produjo la detención, varias horas...” hasta que llegaron los refuerzos.

La Defensoría del Pueblo considera que la práctica de linchamien­to constituye un verdadero flagelo a la dignidad humana y afecta derechos humanos fundamenta­les, como los de no ser privado arbitraria­mente de la vida, integridad, libertad personal y garantías judiciales. No solo que constituye un delito, sino que comporta serias violacione­s a los derechos humanos.

Tras lo acontecido, hay quienes se muestran arrepentid­os en Posorja por la barbarie, aunque siguen sosteniend­o que sí intentaron llevarse a los niños de dos mujeres de la parroquia. Ahora, sus actos han llevado tras las rejas a una veintena de habitantes, quienes podrían pagar hasta 36 años de cárcel por dejarse llevar de un rumor.

de linchamien­to se han registrado en los últimos meses en varias zonas del país.

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