Una lección de dignidad
El presidente del Ecuador, Lenín Moreno, acaba de dar una lección de dignidad a nivel internacional. Durante décadas se impuso entre nosotros los latinoamericanos, la bravuconada y la mentira aderezada como verdad contra gobernantes y representantes de instituciones que fueron críticos, primero frente a los disparates, y luego a las violaciones a la democracia y los derechos humanos por parte de los gobiernos de los socialismos del siglo XXI, encabezados por el comandante Chávez y por su sucesor Maduro. La agresión, la acusación sin pruebas, no eran producto de una mentalidad tropical efervescente y espontánea, como algunos ingenuos europeos todavía creen en su búsqueda del buen salvaje, sino resultado de una estrategia mafiosa de intimidación para silenciar a quienes pensaban diferente, haciéndolos quedar en ridículo a nivel internacional.
La lista de los humillados y ofendidos es larga. Se impuso así una retórica que convirtió a las sesiones de cancilleres y de jefes de Estado en recintos pueblerinos donde los profetas del nuevo orden social apabullaban al sentido común.
La expulsión de la embajadora de Venezuela en Ecuador y su declaración de persona ‘non grata’ por las mentiras y ataques del ministro de Información y Comunicación de dicho país, Jorge Rodríguez, al presidente del Ecuador, es un gesto que prestigia el respeto a la palabra y a las personas. El imperio de la mentira de los Chávez, Maduro, Kirchner, Morales y seguidores puso en duda que la palabra sirviese para comunicar personas. Destruyó, igual que tantas otras cosas, la credibilidad social, el respeto, el reconocimiento indispensable al otro, que es la base de la sociabilidad. Hizo jugar obligados a las personas, a ser cómplices o enemigos sujetos a todos los vejámenes.
La decisión del Gobierno del Ecuador es un reclamo a la dignidad y un ejemplo en una región mareada por la incontinencia verbal que parece ser el instrumento más apto para domesticar conciencias. Es una lección ejemplar e indispensable que tiene que ser seguida por otras que restauren el respeto a la dignidad humana.
Es una lección ejemplar e indispensable que tiene que ser seguida por otras que restauren el respeto a la dignidad humana’.