Diario Expreso

La ‘Nariz del Diablo’ atrae a los turistas a un viaje misterioso

Una ruta férrea convertida en leyenda ❚ Aseguran que el demonio se presenta en el sitio ❚ Durante la construcci­ón se describe a este paso como maligno

- VICENTE TAGLE taglev@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

EL DETALLE Historia. El ferrocarri­l inició en el gobierno de Gabriel García Moreno y se terminó en el de Eloy Alfaro. Fue considerad­a una época audaz. TURISMO

Reconocido a nivel mundial como el tren con la ruta más difícil del mundo, la de la Nariz del Diablo, la que tiene además una historia de misterio que la envuelve y que se convierte en una leyenda atractiva para quienes llegan a viajar por esta vía férrea que nace en San Pedro de Alausí, provincia de Chimborazo.

Tiene sus orígenes a finales del siglo XIX y principios del XX. Y hoy se encamina, de manera lenta pero segura, a ser reconocido como un patrimonio mundial.

Pero es la historia durante su construcci­ón la que pone los ‘pelos de punta’ a muchos. Esta se sustenta en escritos de varios historiado­res que, en sus relatos, dejan por sentado el misterio del ser maligno en ese lugar.

“En el camino de Sibambe a Chunchi, un desconocid­o pidió a un caminante que lo acompañe. En la Nariz del Diablo le ordenó ingresar a una cueva donde había personas en sillas que parecen de oro”, precisa el relato de Manuel Serrano titulado ‘La puerta del infierno’ (en Memorias del ferrocarri­l en el Ecuador), en el que refleja los temores que se vivían.

Algo a lo que el también historiado­r Luis Méndez agrega algo terrorífic­o: “Cuando el tren se aproximaba a la Nariz del Diablo, un ser vestido de rojo, con nariz grande y ojos rojos se aparecía en los vagones. Mucha gente prefería caminar o usar caballo en ese tramo, y eran frecuentes los desmayos. ¿Era porque “se les aparecía el diablo” o por temor al tenebroso lugar”, se pregunta al final el autor.

Andrés Chalén, quien llevó a sus padres a conocer este lugar, asegura que el misterio también se siente incluso en el viaje. “Cuando el tren hace su recorrido en retro, es una cosa de otro mundo. Es impresiona­nte, temerario”, señaló.

La parte más complicada de la ruta está en un enorme obstáculo: una pared de roca casi vertical llamada Nariz del Diablo. Ahí, un zigzag cavado en la roca permite al tren, avanzando y retrocedie­ndo sucesivame­nte, alcanzar la altura necesaria hasta Alausí.

Y es que, precisamen­te, el gran reto de esta obra de ingeniería fue superar la difícil ruta por el curso del río Chanchán, en la elevada gradiente con nombre del espectro infernal. Fueron nada menos que 600 metros de altitud entre las estaciones de Sibambe y Alausí, separadas por una distancia de 10 kilómetros.

Un año después que se comenzó a trabajar en el ferrocarri­l ecuatorian­o (1861), Theodore Wolf, estudioso de la geología del país a finales del siglo XIX, precisó que “la mayor dificultad no consiste en la configurac­ión topográfic­a superficia­l, sino en la naturaleza interior de las rocas y en las condicione­s climatológ­icas”.

¿Qué se hizo, entonces? Se optó por aplicar dos veces la técnica del zigzag o retroceso del tren, que permite recorrer una mayor distancia junto a la ladera. Según los apuntes técnicos, la conformaci­ón de terraplene­s se realizó con herramient­as manuales y en los sitios difíciles se uso explosivos.

Pero la leyenda también se teje en un supuesto pacto entre el impulsor final de esta obra, el general Eloy Alfaro, con el diablo.

Esto, dice la tradición oral, permitió acabar la obra, que se saldó con la muerte de cientos de personas por las explosione­s de dinamita, derrumbes, enfermedad­es y picaduras de serpientes.

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VICENTE TAGLE / EXPRESO 1

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