Las plataformas de transporte y entregas se consolidan
Uber en un año consiguió 219.000 usuarios en Ecuador y Cabify crece a un ritmo del 15 % ❚ El Gobierno prepara una norma laboral para estas empresas
Más de 600 personas resuelven los percances de los usuarios de Uber en Ecuador y el resto de América Latina. Desde el olvido de un celular en un auto hasta delitos complejos buscan ser solucionados en el Centro de Excelencia de Uber, ubicado en San José (Costa Rica).
Aplicaciones de este tipo, que tratan de facilitar la vida de sus usuarios a través de un teléfono celular, se han consolidado luego de más de dos años de su llegada al país. El cliente se moviliza o recibe un pedido y el conductor o repartidor de comida u otros objetos adquiere un empleo.
Desde su ingreso al Ecuador, en junio de 2017, a julio de este año, Uber, fundada en San Francisco (Estados Unidos), alcanzó 219.000 usuarios activos, según estadísticas de la firma.
El ingreso de Uber en Ecuador, a mediados de 2017, es considerado el más exitoso en América Latina debido a su crecimiento vertiginoso, asegura Martha Castro, directora de comunicación regional de la multinacional.
En el caso de la española Cabify, la primera en llegar a Ecuador a mediados de 2016, el negocio se está expandiendo este año a un ritmo del 15 %, sostiene Daniel Arévalo, gerente de la aplicación en Ecuador.
¿Pero cómo evitar que el Gobierno prohíba sus operaciones para convivir en paz con el taxista tradicional? Castro responde que primero es necesario que las autoridades entiendan que Uber no es una empresa de transporte, sino tecnológica que conecta a conductores con usuarios. Ese modelo de negocios es conocido como economía colaborativa.
El año pasado, la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) planteó como solución que las aplicaciones como Uber y Cabify trabajen también con taxistas formales. Castro sostiene que en Japón se aplicó esa solución, pero esa alternativa todavía no está en estudio para Ecuador. En caso de que llegue a ocurrir, los taxistas ecuatorianos deberán adaptarse a los estándares de Uber.
Mientras que Cabify, dice Arévalo, incorporó a taxis formales en otros países de América Latina. “Somos inclusivos con cualquier tipo de categorías”, indica Arévalo.
También hay otros retos y dilemas por resolver. Uber y Cabify, junto a sus aplicaciones hermanas de entregas de alimentos y objetos en general, Uber Eats y Glovo, plantean interrogantes en materia laboral que deben ser resueltas para evitar malas condiciones de trabajo o explotación.
Ante la creciente oferta de estos servicios, el ministro de Economía y Finanzas, Richard Martínez, señaló el pasado martes durante un conversatorio con periodistas y académicos, que el Gobierno prepara una medida para que estas aplicaciones puedan contratar con mayor facilidad y “evitar el pasivo laboral”.
“Ese tipo de aplicaciones surgen por una normativa bastante rígida y, segundo, porque la situación económica hace que se generen este tipo de servicios. También por la innovación”, manifestó Martínez.
Uber y Cabify no entregan información sobre cuántos conductores trabajan en la aplicación en el país. No obstante, ambas empresas señalan que sus viajes están cubiertos por un seguro, que protege al conductor, al pasajero y a terceros.
Arévalo sostiene que Cabify está de acuerdo con que se expida alguna normativa a nivel de ministerio o municipio para que las aplicaciones se puedan regular. “Estamos dispuestos a trabajar con las autoridades locales para que esto se logre”.
Uber busca seguir expandiéndose en la región y estudia sumar servicios como Uber Freight (que ofrece camiones para empresas) y JUMP (que oferta alquiler de bicicletas).
EL DETALLE Historia. Uber se fundó en 2009 en San Francisco (Estados Unidos) y su primer viaje lo realizó en 2012. Mientras que Cabify nació en 2011, en España. UBER EATS