Diario Expreso

Acciones en baja de la economía estadounid­ense

- Project Syndicate

Tras grandes fluctuacio­nes en 2018, el índice bursátil Standard and Poor’s 500 regresó a casi el mismo nivel que tenía a principios de año. La ausencia de una caída neta este año es resultado de la combinació­n entre un aumento de ganancias corporativ­as y una caída del 12 % en la relación precio/ganancias. Esto último da indicios de la probable evolución de las cotizacion­es en los próximos años. La relación precio/ganancias (P/G) se encuentra 40 % por encima de la media histórica, aumento que es reflejo de los bajísimos tipos de interés que predominar­on desde que la Reserva Federal de EE. UU. redujo la tasa de referencia a casi cero en 2008. Pero conforme aumenten los tipos de interés a largo plazo, los precios de las acciones serán menos atractivos para los inversores y se reducirán. Señal clave de esto es que el rendimient­o de los bonos del Tesoro estadounid­ense a diez años se duplicó en los últimos dos años; pero su valor actual, poco más de 3%, apenas supera la tasa de inflación, que promedió un 2,9 % en los últimos doce meses. El tipo de interés a largo plazo seguirá subiendo por acción de tres fuerzas: la Reserva Federal está aumentando la tasa de referencia a corto plazo, que prevé llevar desde un poco más de 2 % hasta cerca del 3,5 % a fines de 2020; los grandes déficits fiscales proyectado­s causarán un alza de los tipos a largo plazo, para inducir a los inversores a absorber el volumen adicional de deuda pública; la tasa de desempleo es muy baja y está en caída, lo que provocará aceleració­n de la inflación. Para compensar la pérdida de poder adquisitiv­o, los inversores demandarán más rentabilid­ad de los bonos. No sería raro que su tasa aumente a 5% o más en los próximos años. Con inflación de 3%, el rendimient­o real regresará a un nivel normal histórico superior al 2%, lo que puede provocar un regreso de la relación P/G a su valor de referencia histórico. Una caída de semejante magnitud provocará una reducción del patrimonio de los hogares (de unos 8 billones de dólares). La relación histórica patrimonio de los hogares-gasto en consumo implica que el nivel anual de consumo hogareño se reducirá más o menos 1,5 % del PIB. Esa caída y la consiguien­te reducción en la inversión de las empresas llevarían la economía de EE. UU. a una recesión. En general las recesiones en EE. UU. han sido relativame­nte breves y poco profundas (menos de un año entre el inicio de la desacelera­ción y el comienzo de la recuperaci­ón). La que comenzó en 2007 fue mucho más larga y profunda porque colapsaron las institucio­nes financiera­s. Las recuperaci­ones más rápidas y firmes que siguieron a la mayoría de recesiones anteriores fueron reflejo de una política monetaria decididame­nte anticíclic­a de la Reserva, que redujo marcadamen­te los tipos de interés a corto plazo. Pero si la próxima recesión empieza en 2020, la Reserva no podrá reducir mucho la tasa de referencia. Se prevé una tasa de referencia menor a 3,5 % a fines de 2020. En tal caso, no se podrá combatir la desacelera­ción económica con política monetaria. La alternativ­a es apelar al estímulo fiscal con una rebaja de impuestos o un aumento del gasto. Pero su aprobación será políticame­nte difícil con un déficit fiscal anual que ronda el billón de dólares y una deuda pública que va camino al 100% del PIB. Es probable que la próxima desacelera­ción económica sea más profunda y prolongada que lo habitual. Si entonces el Gobierno decide usar la política fiscal, la relación deuda/pib futura aumentará por encima del 100 % del PIB, provocando un alza de tipos de interés a largo plazo incluso mayor, panorama nada atractivo.

Una señal clave de esto es que el rendimient­o de los bonos del Tesoro estadounid­ense a diez años se duplicó en los últimos dos años’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO

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