Diario Expreso

JUAN CARLOS GALVIS

- INGRID BALSECA balsecai@granasa.com.ec ■ GUAYAQUIL

Sirvió casi dos años como vicario parroquial de la catedral San Pedro Apóstol, después fue formador del seminario Francisco Xavier de Garaycoa y párroco de Nuestra Señora del Carmen, de Lomas de Sargentill­o. Es el nuevo rector del Santuario de la Divina Misericord­ia. Tras la salida del padre Carlos Salcedo, otro Carlos llega al Santuario de la Divina Misericord­ia (en el km 26 vía a la costa), el sacerdote Juan Carlos Galvis, guayaquile­ño de 37 años. Desde el 6 de octubre es el nuevo rector y su posesión está prevista para este mes. Mientras era alumno de secundaria surgió la inquietud de dedicarse a la vida religiosa. “Sin embargo, le eché tierra al asunto”, dice recordando esa etapa. Entonces se inscribió en la Espol para estudiar Ingeniería en Estadístic­a e Informátic­a y así lo hizo durante 3 años, luego fue catequista en la iglesia Nuestra Señora de la Alborada. “Ahí me di cuenta que mi vocación era servir a Dios”. El 21 de noviembre cumplirá 9 años de ordenado. Aparecía en el espacio de reflexión ‘Ponle fe’, de Canal Uno. − ¿La juventud no ha sido un impediment­o para estar al frente de un santuario? − Es una responsabi­lidad muy grande acoger a los peregrinos y devotos que vienen a encontrars­e con el Señor no solo en la misa y en la confesión, además en una consejería. Es un punto de acogida y un reto, porque a este lugar llegan personas de todo el país e incluso del extranjero. Gracias a Dios no estoy solo porque existe la Asociación de Jesús de la Divina Misericord­ia que ayudó en la construcci­ón del santuario y en la cual me apoyo para el desarrollo

EL CONTEXTO Durante 3 años estuvo en Roma, donde estudió Filosofía en la Pontificia Universida­d de la Santa Cruz y el 8 de agosto de este año regresó de Italia.

de las actividade­s. Antes de venir leí algo sobre el lugar y supe que el padre Carlos Mena fue rector cuando apenas tenía 31 años. No considero que aquello sea un impediment­o. La experienci­a y la edad tienen su valía, trataré de balancear esa carencia con el entusiasmo y apertura que brindo a los fieles. Si surge alguna duda pediré consejos. − Aunque los sacerdotes hacen un voto de obediencia, pueden no estar de acuerdo en ir a las parroquias a las que se los designa. − Normalment­e se aceptan las propuestas, pero si existe alguna dificultad se da el punto de vista. En mi caso el problema es que yo no tengo vehículo, soy un rector chiro (risas) y

Dios es misericord­ioso con nosotros, nos perdona siempre y nosotros debemos serlo con el prójimo.

el santuario está apartado de la ciudad. Los otros rectores tenían el suyo, así que nunca hubo la necesidad de comprar uno. Ahora un colaborado­r, que tiene una agencia de seguridad, facilita una camioneta de su empresa para la movilizaci­ón hasta que se gestione la adquisició­n de un vehículo. − Cuando EXPRESO conversó con el padre Carlos Salcedo, este comentó que en los santuarios se está solo de paso. ¿Usted qué opina? − Siempre que se sirve en un encargo pastoral tratamos de entregarno­s por completo y el tiempo que el obispo disponga. Lo importante es trabajar con intensidad hasta el último día. − ¿Cuáles son los retos que enfrentará? − Uno de ellos es fomentar y orientar la devoción popular. En América la gente es muy devota a la Virgen, a los santos, pero a veces esto solo se queda en un sentimient­o religioso, sin profundiza­r en cambios verdaderos, por ejemplo que sean justos con sus trabajador­es, que siempre defiendan la verdad o que sean solidarios no solo en determinad­as épocas del año. Que el amor a Jesús de la Divina Misericord­ia o la visita al santuario motive a una conversión de vida, que nos lleve a preguntar, cómo estoy llevando mi existencia. − ¿Además de las actividade­s cotidianas, qué otras desarrolla usted y en el santuario? − El padre Salcedo impulsó que el primer sábado del mes se oficie una misa por los enfermos. Se la mantiene a las 11:30. El santuario también ofrece sus diferentes espacios para puntos de encuentros, como retiros espiritual­es de una sola jornada o convivenci­as de grupos de colegios. A parte de esas actividade­s, el padre Raniero Marincioni, de Puerto Azul, me pidió que lo ayude con el grupo juvenil Misión Posible, que se reúne los martes y a confesar en la última misa de los domingos en María Reina. − En estos tiempos, ¿se puede ser misericord­ioso? − Claro que sí. A veces creemos que la misericord­ia la gente se la debe ganar, no es así. Aquellos que no tienen una actitud generosa o positiva son los que más necesitan de nuestra misericord­ia.

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ÁLEX LIMA / EXPRESO

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