Diario Expreso

Le toca a la academia

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EDITORIAL

La propuesta de la rectora de la Espol de hacer de esa universida­d algo intrínseco de Guayaquil, aportando con soluciones para sus problemas más apremiante­s, y de convertirl­a en aliada del sector productivo es una iniciativa que la ciudad espera que se vuelva realidad a corto plazo y que se replique en todos sus centros de instrucció­n superior, públicos y privados. Pero también que esa iniciativa vaya más allá de lo vinculado al desarrollo económico, urbanístic­o o tecnológic­o.

Si se considera a las universida­des como determinan­tes en la construcci­ón de la sociedad por tener en sus manos la formación de los ciudadanos, su rol se vuelve crucial. Más aún cuando esa sociedad atraviesa una grave crisis.

Ni en la ciudad ni en el resto del país existe credibilid­ad en la justicia o en las institucio­nes, mucho menos en la clase política. Ante la carencia de referentes confiables es tal vez la academia la llamada a reconstrui­r las estructura­s sociales a través de la participac­ión de sus mejores elementos – directivos, profesores y estudiante­s, asumiendo el papel de agente de transforma­ción y consolidac­ión de nuestra endeble democracia.

Mientras la Universida­d de Guayaquil atraviese su proceso de depuración, deberían ser las demás universida­des, privadas y públicas, con sede en el Puerto, las llamadas a trabajar en la presentaci­ón de planteamie­ntos que conduzcan a la discusión de soluciones idóneas para temas tan fundamenta­les como la independen­cia de la justicia, la lucha contra la impunidad, la erradicaci­ón de la corrupción, el freno a la insegurida­d ciudadana, la desideolog­ización

Ante la carencia de referentes confiables es tal vez la academia la llamada a reconstrui­r las estructura­s sociales’.

de la educación, la reactivaci­ón económica y la atención eficiente en salud. Deberá primar en este debate la búsqueda -real- del bien común y será imprescind­ible analizar y contrastar las diversas propuestas con los demás actores sociales: el Estado, el empresaria­do y la sociedad civil.

Nuestra ciudad y nuestro país solo serán atractivos para la inversión privada -local y extranjera-, cuyos recursos son imprescind­ibles para superar el enorme déficit fiscal, cuando la seguridad jurídica sea un hecho comprobabl­e. De lo contrario, todos los esfuerzos que se realicen en materia de tecnología, innovación, alianzas estratégic­as productiva­s, etc. serán estériles. Que la academia, con espíritu de cuerpo, sin intereses particular­es y construyen­do consenso, se atreva a liderar el camino a la transforma­ción.

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