Conservan el hábito de la mesa de muertos
En Manglaralto muchos aseguran haber visto a los finados servirse
Bertha Orrala (84), oriunda de la población de Manglaralto al norte de Santa Elena, recordó que desde cuando tenía 12 años realiza la tradicional “mesa de muerto” cada 1 y 2 de noviembre, en una habitación de su casa.
El primer día se sirven los alimentos para los muertos menores de edad y el segundo para los fallecidos mayores; Bertha recuerda que su abuela María fue quien le inculcó aquello, han pasado más de siete décadas y aún conserva la costumbre.
En principio la octogenaria dudaba que las almas de los difuntos acudan a comer, hasta que vivió una experiencia inolvidable.
“Era una niña muy inquieta y por eso me escondí debajo de la mesa, donde estaba la comida para los muertos; mi mamá empezó a llamar a mi hermano Chicho, que tenía poco tiempo de haber fallecido, cuando ella se fue y todo quedó en silencio, las cucharas empezaron a sonar al igual que los platos, entonces me levanté y salí corriendo, allí comprobé que nuestros muertitos sí vienen”, expresó.
En el tradicional evento no solo se recordaron anécdotas, sino también se escenificaron hechos que en tiempos remotos narraban los ancianos, uno de aquellos mitos fue la historia de una joven moribunda que un 2 noviembre pudo conversar con sus parientes fallecidos, los extintos le habrían indicado que nunca los dejen sin comida para estas fechas.
Los organizadores premiaron a la mejor “mesa de muerto”, en esta oportunidad recayó en la población de Olón, que según los miembros del jurado fue la más completa con los alimentos ancestrales que hace décadas preparaban los lugareños para recibir a sus difuntos.
SABOR