Diario Expreso

El ocaso fujimorist­a

Arrestos y escándalos hunden nuevamente a la dinastía en Perú ❚ Con Keiko en prisión la incógnita es qué pasará con el partido

- RAÚL TOLA ■ EL PAÍS / ESPECIAL PARA EXPRESO

La estrella de Keiko Fujimori parece apagarse. Hace solo un año, la líder de Fuerza Popular -el principal partido de oposición en Perú- era la persona más poderosa del país. Aunque había perdido la presidenci­a a manos de Pedro Pablo Kuczynski (PPK), su amplio triunfo en la primera vuelta de las elecciones generales de 2016 le había conferido el control del Congreso (73 parlamenta­rios sobre 130). Empleó toda esta fuerza para fustigar al Gobierno, llegando a producir la caída de Kuczynski.

Hoy, en cambio, la hija mayor de Alberto Fujimori -quien gobernó al país entre 1990 y 2000- ha perdido casi todo su capital político y, lo más importante, su libertad. Esta semana, el juez Richard Concepción Carhuancho dictó una orden de prisión preventiva por tres años en su contra, por presuntame­nte ser la cabecilla de una organizaci­ón criminal cuyo propósito fue lavar el dinero que la constructo­ra Odebrecht le entregó para las elecciones de 2011.

Keiko Fujimori llegó a la política de la mano de su padre, quien la nombró Primera Dama de la Nación en 1994. El colapso de aquel gobierno entre acusacione­s por corrupción y violacione­s a los Derechos Humanos llevó al fundador de la dinastía a fugarse al Japón y supuso un paso adelante para su heredera, que asumiría el liderazgo del movimiento fujimorist­a.

Su proyecto político no se vería detenido por la captura, extradició­n y condena de Alberto Fujimori a 25 años de prisión en Lima. Sería la congresist­a más votada en las elecciones de 2006 y postularía a la presidenci­a en 2011.

En esta campaña, Keiko Fujimori apeló al recuerdo del gobierno paterno -que una parte de los peruanos asocia con la estabiliza­ción de la economía y la victoria sobre la subversión- y jugó con la ilusión de excarcelar al ahora viejo y enfermo expresiden­te. Ganó la primera vuelta, pero fue derrotada en la recta final por Ollanta Humala.

Para 2016, había cambiado de estrategia. Poco a poco se distanció de su padre y pareció perder interés en su liberación. Su círculo de consejeros pareció animarla a concluir que, en cuanto saliera de prisión, Alberto Fujimori se convertirí­a en una amenaza para su liderazgo.

Perder esos comicios fue un revés que no consiguió digerir. Aunque otra vez partió como favorita, Kuczynski le ganó por los pelos. La ofensiva total lanzada contra el Gobierno estuvo motivada por esta frustració­n, mezclada con unos rumores sobre un fraude electoral que nunca fueron probados.

Estas demostraci­ones de prepotenci­a, acompañada­s por unas formas poco democrátic­as, una desvergonz­ada alianza con cuestionad­os grupos de presión y una ausencia total de propuestas, mermaron la popularida­d de Fujimori. Esta sensación se agravó cuando lanzó un primer intento de vacancia contra PPK, en diciembre de 2017. Este sobrevivió inesperada­mente, gracias a una alianza con Kenji Fujimori -hermano menor de Keiko, con quien llevaba tiempo enfrentada- que le facilitó los votos que controlaba dentro de la bancada. A cambio, Kuczynski indultó a Alberto Fujimori.

La maniobra fracturó Fuerza Popular, pero no evitó que el presidente perdiera el cargo. Acorralado por un nuevo proceso de vacancia y por graves denuncias de compra de votos para evitarla -en las que estuvo involucrad­o Kenji-, Kuczynski debió renunciar tres meses después.

La victoria de Keiko Fujimori parecía total, pero había dejado abierto el frente judicial, donde afrontaba acusacione­s por lavado de activos. Por si no bastara, a mediados de julio se destapó la existencia de una mafia de jueces y fiscales en el puerto del Callao cuyos vínculos con Fuerza Popular terminaron por quedar expuestos.

Con su líder fuera de juego, la incógnita ahora es qué pasará con Fuerza Popular. Lo más lógico sería que este proceso de implosión se acelerara ahora que Keiko Fujimori está detenida, luego de mostrarse incapaz de limpiar la imagen antidemocr­ática y delincuenc­ial del movimiento que su padre fundó hace casi 30 años.

EL DETALLE Reacción. Keiko Fujimori publicó ayer una carta a través de Twitter. Tildó de “injusta” su reclusión y acusó la existencia de una “terrible persecució­n”. LA FRASE El Perú está harto de los Fujimori. Resulta que la hija es igualita al padre. MODESTO GUIDICHE, conserje de 55 años

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PODER JUDICIAL DE PERÚ / VÍA AFP Rejas. Keiko Fujimori cumple desde el miércoles prisión preventiva.

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