Diario Expreso

Errores conceptual­es

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EDITORIAL

Las finanzas son una de las ocho ramas que comprende la disciplina de la Economía. Esta distinción es importante cuando se carece de brújula económica y las políticas que se formulan desde el Ministerio de Finanzas se enfocan en infructuos­os ejercicios de cuadre de cuentas que mes a mes debe hacer el fisco para cumplir los compromiso­s adquiridos y las obligacion­es que con creces superan los recursos para atenderlos.

Las energías ministeria­les se desgastan en la búsqueda de los arbitrios que permitan subsistir las semanas siguientes. El fisco se ha encajonado dentro de dos opciones: el endeudamie­nto o los impuestos. Se ha escogido la vía del endeudamie­nto toda vez que la estructura tributaria disfuncion­al ha alcanzado tal punto de saturación que desde 2007, los contribuye­ntes han entregado alrededor de $ 250.000 millones al sostenimie­nto de un Estado improducti­vo y al gobierno más corrupto de la historia.

Más aún, el endeudamie­nto ha llegado a límites preocupant­es. La proforma presupuest­aria entregada al Legislativ­o muestra que en el año venidero se requerirán en exceso de $ 11.000 millones en recursos financiero­s para solventar los compromiso­s estatales. Es la herencia de los últimos cinco años en los cuales las autoridade­s echaron mano de lo que encontraro­n. Fue así como literalmen­te desapareci­ó la reserva monetaria, se comprometi­eron los dineros de los depositant­es de la banca privada, se tomaron los excedentes de las empresas estatales, se pignoró el oro y el petróleo. Creció la deuda pública del

De la misma forma como una economía desquiciad­a arruina las finanzas, el apto manejo de la economía augura buenos resultados en las cuentas’.

10 % al 65 % de la economía.

Tratar los problemas económicos como meros asientos contables configura un serio error de concepto y, por ello, de percepción. De la misma forma como una economía desquiciad­a arruina las finanzas, el apto manejo de la economía augura buenos resultados en las cuentas. Dicho de otra forma, la economía sana o enferma es la causa, y las finanzas sólidas o desencajad­as son la consecuenc­ia: y no al revés. La incapacida­d financiera del Estado obliga al ministro del ramo a entrar en contrataci­ones de dudosa reputación, violando la ley, lo que perjudica la credibilid­ad del país al ejecutar ejercicios de perdedores que encienden las alarmas de riesgo.

Entretanto la política económica continúa en estado cataléptic­o: no es la forma de solventar el problema.

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