Salud urbana
Investigaciones recientes han ratificado algo sobre lo que había sospecha: hay una relación directa entre los procesos de urbanización y la salud de los habitantes. En un mundo en el que más de la mitad de la población vive en áreas urbanas, los procesos de urbanización presentan oportunidades para la mejora de las condiciones de salud, pero, en muchos casos, también riesgos sanitarios.
Un estudio de la Universidad de Drexel, en Filadelfia, hecho a lo largo de treinta años en ciudades de más de cien mil habitantes de Estados Unidos y diez países latinoamericanos, ha encontrado cómo la salud de los habitantes de una ciudad cambia a medida que las urbes crecen.
Entre los factores que influyen en estos cambios se encuentran las condiciones de pobreza y riqueza, el acceso inadecuado a servicios básicos, la contaminación, los ingresos familiares, la vivienda, los kilómetros de carretera por persona, la criminalidad, el hacinamiento y la tugurización, el tiempo de recorrido entre el hogar y el trabajo, los contactos sociales, entre otros, los que determinan, por ejemplo, el aumento de enfermedades metabólicas, así como otras condiciones ligadas a la salud mental, como la depresión, estrés, el abuso de sustancias, alcoholismo, tabaquismo, etc. Según este estudio hay un aumento de las enfermedades infecciosas y cardiovasculares en las ciudades grandes, mientras en las pequeñas el índice de accidentes es mayor.
La Dra. Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud lo explica claramente: “En general, las poblaciones urbanas son más acomodadas
El desafío radica en planificar las ciudades de manera que se fortalezcan los comportamientos saludables y la seguridad de sus habitantes’.