Diario Expreso

Yo, tu dueño

- ✑ RUBÉN MONTOYA VEGA colaborado­res@granasa.com.ec

Fui el señor feudal que te desfloraba la noche de tu boda, aunque fuera otro tu esposo, el elegido. Y soy el que te acaba de violar en Irlanda, y sigo libre, pues para el jurado si usas tanga con bordados es porque quieres. Aunque me hayas dicho que no.

Fui el patrón colonial que te tomaba sexualment­e estirando el “derecho de Inquilinaj­e” hasta las covachas en que dormías. A ti y a tus hermanas: indias, cholas, anacas, huasipungu­eras. Y soy uno entre los miles que te reducimos a lo que eres: un rostro en forma de nalgas que promociona por igual jabones, llantas, seguros o cervezas. Con tus glúteos, lo que sea.

Fui los 5 que hace poco te ultrajamos en España, en manada. Y libres estamos. Y los 33 que junto a tu novio te violamos en Brasil y luego divulgamos imágenes de la hazaña. Y los varios que te quemamos viva en Pakistán por atreverte a elegir esposo. Y los innumerabl­es que te violamos mientras parías, tú, colombiana, una de las más de 400 mil latinas con las que traficamos sus servicios sexuales en la Europa de tus sueños.

Y soy los millones que te prohibimos, hoy, la blusa escotada, la sonrisa ancha, la falda estrecha.

Soy el ecuatorian­o que 7 veces violó la ley 7 veces salí sin cargos hasta que en la octava fui a matarte por encargo, gracias a una justicia que no indaga, y unos policías que no entienden, y unos familiares, vecinos, amigos que no oyen, no ven, no hablan. No sienten.

Soy el padre, el amigo, el hijo,

“Soy, aquí y ahora, el que asesina cada 72 horas a una mujer por el solo hecho de serlo”.

el esposo, el amante de las 7 de cada 10 mujeres que en Ecuador insulto, agredo, violo, humillo o mato cada día, cada mes, cada año. Las otras 3 que no se duerman: siguen en la mira. Y también soy, de algún modo, la madre, la hija, la hermana, la amiga que intuye, o sospecha, o sabe. Y casi siempre calla.

Soy, aquí y ahora, y a propósito de eso que llamas, ingenua, Día Contra la Violencia a la Mujer, el que asesina una cada 72 horas por el solo hecho de ser mujer. Y el que todos los días viola una mujer distinta, en Quito. En Guayaquil, atiendo a doble turno sábados y domingos.

Y lo seguiré haciendo. Porque con cada indiferenc­ia, yo florezco: ella es mi gasolina para que yo sea tu dueño.

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