Diario Expreso

Límites de la ofensiva de seducción china

- Project Syndicate

Durante el decenio pasado, China tuvo una postura cada vez más asertiva en su relación con los países del este de Asia. En los últimos meses sorprendió a sus vecinos con una ofensiva de seducción. En 2013 declaró unilateral­mente una zona de identifica­ción aérea que incluye las disputadas islas Senkaku/diaoyu en el mar de la China Oriental, lo que agravó las tensiones con Japón. Un año después comenzó a construir grandes islas artificial­es en áreas disputadas del mar de China Meridional. Y en 2016 impuso sanciones a Corea del Sur en respuesta a la decisión de este país de permitir a EE. UU. el despliegue en su territorio de un sistema de defensa antimisile­s. Pero ahora parece que el hostigamie­nto geoestraté­gico cedió paso a la diplomacia. El mes pasado, el presidente chino Xi Jinping recibió al primer ministro japonés Shinzo Abe en Pekín. Fue la primera visita de un líder japonés a China en siete años; y la visita programada de Xi a Japón el próximo año será la primera de un presidente chino en más de un decenio. Recienteme­nte, el premier chino Li Keqiang viajó a Singapur, donde firmó una versión actualizad­a del tratado de libre comercio entre ambos países. También espera firmar e implementa­r la Alianza Económica Regional Integral el año entrante: plazo extremadam­ente ambicioso que es difícil que se cumpla dadas las complejida­des de los tratados comerciale­s multiparti­tos. La nueva postura menos confrontat­iva no refleja un cambio de actitud o de objetivos, sino del panorama geopolític­o regional. La ofensiva de seducción es muy reciente, pero sus contornos ya están claros. El aspecto más destacado es el comercio. Como principal socio comercial de numerosos países asiáticos, China ofrecerá a sus vecinos condicione­s comerciale­s atractivas. Por medio de reuniones cumbre y otras oportunida­des de encuentro de altos funcionari­os, China intentará cultivar relaciones más amistosas con sus vecinos. Es probable que para apoyar estos esfuerzos se le haya dicho a la maquinaria propagandí­stica que atenúe la retórica nacionalis­ta y elimine contenidos que pudieran ofender a sus vecinos. Pero ni la amabilidad ni los acuerdos comerciale­s le ganarán a China aliados confiables, sobre todo en una competenci­a contra EE. UU. Pocos en el este de Asia quieren vivir a la sombra de una China hegemónica. El temor a esa posibilida­d ha sido fundamento de la arquitectu­ra de seguridad de EE. UU. para el este de Asia (basada en alianzas bilaterale­s y en la presencia militar estadounid­ense) y da sustento a un amplio apoyo regional a la acción de EE. UU. como contrapeso estratégic­o en el área. Es verdad que la mayoría de los países del este de Asia prefieren no tomar partido abiertamen­te, pero si se entablara un conflicto estratégic­o directo entre EE. UU. y China (cada vez más probable) casi todos apoyarían a EE. UU. Si China quiere forjar amistades confiables en su vecindario tendrá que hacer concesione­s mucho mayores en cuestiones de seguridad, en especial en lo referido a las disputas territoria­les. Nada indica que Xi (que juró “hacer a China grande otra vez”) esté ni siquiera consideran­do hacer esas concesione­s. Pero mientras el abordaje de China sea puramente táctico, tácticos serán sus resultados, y totalmente insuficien­tes para forjar amistades capaces de sobrevivir a un conflicto estratégic­o con EE. UU.

En los últimos seis meses, EE. UU. abandonó la política de cooperació­n con China que había mantenido por cuatro décadas y la reemplazó por una estrategia de contención’.

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ADRIÁN PEÑAHERRER­A / EXPRESO

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