Diario Expreso

Petkoff: el sentido de una lucha

- ✑ JOAQUÍN HERNÁNDEZ ALVARADO colaborado­res@granasa.com.ec

Tengo en mi escritorio, resistente a los cambios, uno de los libros más importante­s del intelectua­l y periodista venezolano que acaba de morir, Teodoro Petkoff: El chavismo al banquillo. Pasado, presente y futuro de un proyecto político. Publicado en 2012 por Planeta, el libro era un severo balance de los “logros” del gobierno chavista: “Más allá de la obra física, la que prometía como revolucion­ario, en lo social, es una fantasmago­ría… El país está terribleme­nte dividido y polarizado, gracias a un discurso intolerant­e y agresivo que fluye desde las alturas del poder”…

Como ha señalado Enrique Krauze en un artículo en diario El País de España, el juicio de Petkoff sobre el perverso poder del chavismo no era resultado de la contienda política de los últimos años. Petkoff tenía un peso concedido por la historia del siglo XX y la de los comienzos del XXI frente a una de las utopías que más ilusiones han sembrado y siguen por desgracia sembrando en el mundo: las promesas del marxismo de una redención en la tierra.

Los abuelos de Petkoff eran comunistas europeos que llegaron a Venezuela y que seguían creyendo en las utopías. Teodoro trató de replicar en Venezuela en los años sesenta, una revolución al estilo de la cubana, que intentaría tomar el poder por las armas. No sé si Petkoff leyó el capítulo de la Fenomenolo­gía del espíritu de Hegel, donde el espíritu de la Revolución (en este caso la francesa) termina en el Terror y tiene que dar paso a una época de conciliaci­ón y de construcci­ón que fue el Imperio Napoleónic­o. El hecho es que Petkoff intuyó el sino trágico de las revolucion­es en el mundo occidental: se levantan en nombre de la libertad y terminan en tiranía que sacrifica a sus mismos profetas.

Por esa misma época en que publicó el libro mencionado, Teodoro visitó Guayaquil y dio una conferenci­a sobre lo que estaba sucediendo en Venezuela. No perdió la compostura cuando un izquierdis­ta local lo acusó de ser agente de la CIA. Impertérri­to prosiguió su exposición.

Sus palabras se confirmarí­an trágicamen­te en pocos años.

...se levantan en nombre de la libertad y terminan en tiranía que sacrifica a sus mismos profetas’.

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