Diario Expreso

Las hamacas pasaron de los hogares a la playa

Se utilizaban para dormir a los niños, ahora para descansar en la playa

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Juan Zambrano es un manabita que fue criado hasta que caminó, en una hamaca; aún recuerda que su madre le cantaba para que se duerma, mientras lo mecía bien fajado con pañales.

Juan ahora tiene cincuenta años y una familia que incluye nietos a quienes ya no los mecieron porque el tiempo de las hamacas es historia; actualment­e este mueble se ha trasladado a la playa, para darles confort a los turistas y se volvió comercial, comenta Zambrano.

Guillermo Pérez Orozco y su esposa Ángela Ayala, junto a su familia disfrutan tomando su siesta en las hamacas cada vez que van a Playas, “son muy cómodas y frescas y después de un sueño se termina destresado y con nuevas energías, recalca este turista guayaquile­ño, que después de descansar se prepara almorzar.

El dormir y mecerse junto al mar es algo único que solo en nuestro país lo vives, nuestra mayor riqueza es el turismo que no está del todo bien explotado, dice Ricardo Loor, que con su novia ocupaba una hamaca en una carpa a 20 metros del mar. Si hace frío no es problema, te arropas con una toalla y a dormir, José Briones.

Santos Rodríguez, es un servidor turístico del sector del Arenal en el kilómetro 4 de la vía a Posorja, que tiene su cabaña comedor. Recuerda que la costumbre de recibir a los turistas en las hamacas nació hace unos 40 años, cuando Playas era pequeño y no había casi hoteles, entonces para descansar construyer­on cabañas y las guindaban, para alquilarla­s.

Al comienzo, este objeto lo hacían con pedazos de atarrayas, de esos que los barcos ya no usaban. Los blancos (como llamaban antes a los turistas) tomaban agua de coco recostados en las hamacas y se les cobraba, luego surgió la idea de dar el servicio de comida, ahora no se cobra, solo tienen que ser clientes del comedor para que tenga derecho a usarlas.

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