Una brecha generacional amplia
miradas mientras iba a los controles prenatales, o la pregunta indiscreta al llegar con sus niños al pediatra, ¿es usted la abuelita? incomodaban a Mónica Cruz, una mamá cuyo hijo nació después de los 40 años. “Es de alto riesgo” le insistían una y otra vez en las consultas médicas, a tal punto que elevaron sus niveles de estrés. Afortunadamente, su hijo nació sin problema alguno y ella cumplió su sueño de tener la ‘parejita’.
Cruz no es un caso aislado. En el país se ha registrado un crecimiento de las mujeres que se convierten en madres después de los 40. Por ejemplo, en el 2010 se registraron 7.691 nacimientos, mientras que en el 2014 la cifra ascendió a 8.416, es decir la cifra subió a casi un 10 %. Según la psicóloga Leonor Nath, esta postergación de la maternidad se debe a varios factores, como la búsqueda del crecimiento profesional, personal y educativo así como la estabilidad económica.
A medida que el niño crece, la mamá envejece. Por ejemplo: cuando su hijo ya es adolescente y tiene quince años, la mamá puede estar bordeando los sesenta. Aquella diferencia generacional puede provocar que exista una diferencia de criterios entre padres e hijos, según el psicólogo Walter Betancourt. “Sin embargo, no a todas las mujeres les pasa eso, porque ellas se esfuerzan por actualizarse por sus hijos”, señala el profesional de la salud mental.
Entre los 24 y los 30 años es la edad físicamente idónea para convertirse en madres, explica el psicólogo Walter Betancourt. No obstante, señala que, a más de la edad, lo importante es que el niño que está por nacer lo haga en un hogar en el que sea esperado. De esta manera se evita que el nacimiento se convierta en sinónimo de frustración porque la madre siente que el pequeño obstaculiza su desarrollo.
Aunque todos los embarazos
Además sostiene que la comprensión entre ambos depende en gran manera de la predisposición de las madres y si ellas son mujeres de lineamientos rígidos o de mentalidad flexible para entender a sus hijos. tienen riesgos, estos se intensifican a medida que la madre es más madura. Un ejemplo es el aumento de las probabilidades de que el niño nazca con síndrome de Down, reseña la ginecóloga Nélida Cárdenas. Es decir, si la mamá tuviese 20 años, las probabilidades de problemas cromosómicos sería de 1 en 500, mientras que concebir posterior a la cuarta década suben las posibilidades a 1 en 70.
Aquel no es el único riesgo. También se tiene predisposición a la preeclamsia, la hipertensión arterial crónica, la diabetes gestacional y hasta a un alumbramiento prematuro.
Sin embargo, muchas mujeres en su afán de convertirse en madres y frente a la posibilidad de que sus reservas ováricas disminuyan, optan por recurrir a las técnicas de reproducción asistida, como las fecundaciones in vitro o la congelación de sus óvulos. Pero estos procesos no son 100 % efectivos, según explica a diario El País la ginecóloga y autora del libro ‘Ser madre a los 40 (y más allá’), Anna Veiga. “Los tratamientos de fecundación in vitro son menos eficaces, bajando hasta un 15 % - 18 % su efectividad entre las mujeres de 40 y 41 años”, reseña la experta. A pesar de esto, la tendencia de ser madre a mayor edad crece a nivel mundial, modificando incluso los índices de fertilidad femenina. Aquello lo reconoce el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos , que asegura que la fertilidad para las mujeres entre 40 y 44 años se incrementó un 6 %, y para el grupo entre 45 y 49 la tasa fue de un 17 %.