Con el as de la extorsión escondido
Martes 13 de noviembre. Luego de que falló su intento de extorsión a Ximena Peña, la recién destituida Sofía Espín se dirige al vestíbulo de la Asamblea, donde intentará otra extorsión mayor, esta vez pública y sinuosa. Marcela Aguiñaga, a la izquierda, hablará por ella.
CAMINO A LA DELACIÓN
pín era muy clara: si ustedes callan, yo callo. El tema es que esta conducta (la del silencio a cambio de algún rédito) no parece una excepción, sino una regla. También Vicuña guardó silencio durante mucho tiempo sobre las extorsiones de que, según ella, estaba siendo objeto por parte de su acusador, que le exigía cargos públicos. Debió denunciarlo, pero algo se lo impedía: ¿el rabo de paja?
Silencio guardaron Ximena Peña y su bloque, que ese martes 13 se enteraron, por boca de Sofía Espín, de la pornografía financiera de la vicepresidenta Vicuña. No solo callaron: previnieron a la implicada, no a los jueces. Silencio guardaron, también, los correístas que acompañaron a Espín en su aventura. Y, llegado el momento de hablar, en lugar de hacerlo frontalmente lanzaron sibilinas, sinuosas acusaciones. Dijeron sin decir. No vaya a ser que todavía se pueda negociar alguna ventaja de la información que dicen poseer.
Había que oír a Marcela Aguiñaga, minutos después de la destitución de Espín, lanzando lodo a otros asambleístas de quienes parecía tener información privilegiada que prefirió reservarse. Arteaga, Suquilanda, Auquilla, Palacios… A su lado, componiendo una sonrisa cínica, la cesada Espín le iba lanzando los nombres. Se retorció visiblemente del gusto cuando le soltó el más importante: Elizabeth Cabezas. Y Aguiñaga, bien mandada: “Si es el momento del baño de verdad -dijoque sea a todo nivel, comenzando por la presidenta”. Una de dos: o los correístas tienen información comprometedora sobre Cabezas o no la tienen. Si lo primero, ¿por qué no la comparten? Si lo segundo, ¿por qué amagan? Juegan a que la tienen pero se la reservan. Negocian con ello y lo hacen públicamente, sin sonrojarse siquiera.
Es la naturalización de la extorsión y el cohecho, de la práctica del encubrimiento mutuo y el pacto de silencio. Diez años de correísmo les enseñaron que todo eso es normal. Esta semana, un tuit del excorreísta Christian Viteri recordó que era el mismo presidente quien exigía a sus asambleístas, “Power Point en mano”, el pago de los diezmos. Si esto es verdad, lo que se sabe y se calla, lo saben y lo callan todos: correístas y oficialistas por igual, por no hablar de legisladores de otros bloques que copiaron esta práctica. Este escándalo recién empieza. Y todavía faltan los ministerios, prefecturas, municipios y otros organismos públicos que controló Alianza PAIS, el gran recaudador de la patria.