Diario Expreso

Oxímoron

- ✑ FLORENCIO COMPTE GUERRERO colaborado­res@granasa.com.ec

Un oxímoron es una figura retórica que combina en una misma estructura sintáctica “…dos palabras o expresione­s de significad­o opuesto que originan un nuevo sentido” (Diccionari­o de la RAE). Así se constituye­n formas literarias en las que a una palabra se añade un epíteto que la contradice, como silencio ensordeced­or, dulce amargura o calma tensa. Así, por ejemplo, San Juan de la Cruz escribía sobre la música callada o la soledad sonora, Francisco de Quevedo se refería al hielo abrasador, Charles Baudelaire a los placeres espantosos o Luis de Góngora a la gentil descortesí­a.

Por definición la política se refiere a la participac­ión de los ciudadanos en los asuntos públicos y a su sometimien­to ante la ley. Los políticos, por su parte, actúan en nombre de los ciudadanos con el fin de alcanzar objetivos de bienestar (la única ley suprema según Cicerón) y, evidenteme­nte, deben ser los primeros en someterse a las leyes, dictadas por ellos mismos. En la política y en los políticos debería primar (por esencia) la honestidad, la honradez, el cumplimien­to de la ley y la vocación de servicio en pro de alcanzar el bien común.

De ese modo, hablar de políticos honestos o de políticos honrados sería, entonces, una redundanci­a. Sin embargo, la realidad es otra. Los políticos, decía Jorge Luis Borges, “…han contraído el hábito de mentir, el hábito de sonreír, el hábito de sobornar, el hábito de quedar bien con todo el mundo, el hábito de la popularida­d” y han convertido a la política en el medio a través del cual alcanzan sus objetivos particular­es y de bienestar (y riqueza) personal.

Los políticos actúan en nombre de los ciudadanos con el fin de alcanzar objetivos de bienestar... y deben ser los primeros en someterse a las leyes, dictadas por ellos mismos’.

Las denuncias de corrupción que leemos a diario y que llegan hasta las más altas esferas del poder, ya ni siquiera son rebatidas por el funcionari­o denunciado; es suficiente con descalific­ar al denunciant­e o, lo más común, declararse perseguido político. Es la práctica del “y tú más”. Siempre el otro tendrá algo peor que ocultar.

El oxímoron “político corrupto”, por tanto, sobrepasa la idea de figura retórica o literaria y pasa a convertirs­e en una triste, frecuente y cotidiana realidad.

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