El chulla quiteño recorre por los barrios capitalinos
La canción fue creada por Alfredo Carpio en 1946 y nombra a varios sitios tradicionales de la capital ❚ Las luces led predominan en esos sectores
PASACALLE
En 1946, Alfredo Carpio Flores escribía con su pluma la canción insigne de la capital: El Chulla Quiteño.
Pasacalle considerado como el himno no oficial de esta ciudad, sobre todo cuando se celebra su fundación cada 6 de diciembre. En principio fue en una pequeña villa que albergó a los españoles en las inmediaciones de lo que hoy es el Centro Histórico.
EXPRESO y La Cofradía de los Duendes recorrieron los lugares que se mencionan en esta melodía, lugares cotidianos que esconden muchas historias verdaderas y otras ficticias.este barrio inicia al cruzar el Arco de La Reina sobre la calle Rocafuerte y termina hasta lo que se denomina la Mama Cuchara, en el centro de la urbe.
Los autos pitan, personas caminan presurosas por las estrechas veredas. Pero no fue siempre así, este sector, según los relatos de Rina Artieda, era la parte aislada del centro.
Y antes de la llegada de los españoles era un centro indígena de avistamiento o Pucará.
Ya en el siglo XIX y XX, este sector que conectaba con el antiguo terminal terrestre era la zona donde la vida transcurría de manera más licenciosa. “García Moreno venía con su guardaespaldas para pescar a uno que otro”, comenta.
La Rocafuerte dividía dos parroquias eclesiásticas la de San Sebastián y la de San Marcos. Se dice que para entrar a alguna de sus capillas era necesario certificar a qué parroquia pertenecía el individuo. En la Mama Cuchara, nombrada así por la forma de la calle, se cometió uno de los mayores crímenes que quedaron en la impunidad.
Según el relato, una muchacha decidió elegir entre sus pretendientes del barrio y les pidió un poema. Poco después de decidir, la muchacha desapareció. Su familia encontró sus piernas botadas en una quebrada. El pretendiente negó su culpabilidad. Brígida de los Dolores fue conocida como la virgen del tomate, pues se columpiaba en esa planta de su casa. Ahora tiene luces led y espacios de exposición y venta de arte, pero a principios del siglo XX era el lugar de poetas y artistas, se dice que por allí anduvo Pablo Palacio y que Humberto Santacruz (importante pianista quiteño) era asiduo visitante. Su particular nombre responde a que en los balcones había muchas plantas y también se secaba la ropa. “Es mucha guaragua”, decían los mayores. Esta palabra significa mucho adorno. Junto a esta calle se encuentra la plaza Arenas que fue la segunda plaza de toros, hasta la década de los 60 cuando surgió la de Iñaquito.
Los antepasados indígenas lo llamaban Yavirac. En la cima festejaban el Inti Raymi o la fiesta del Sol, para agradecer los favores recibidos de la tierra o Pachamama.
Cuando llegaron los españoles, el cerro les pareció un pan pequeño de los que se horneaban en sus tierras y lo bautizaron como Panecillo. Se dice que allí se esconde una olla llena de oro perteneciente a los Incas y que fue escondida en las entrañas de esta montaña para que no la encontraran.