Diario Expreso

El chulla quiteño recorre por los barrios capitalino­s

La canción fue creada por Alfredo Carpio en 1946 y nombra a varios sitios tradiciona­les de la capital ❚ Las luces led predominan en esos sectores

- DANIELA MOINA ARMAS moinad@granasa.com.ec ■ QUITO

PASACALLE

En 1946, Alfredo Carpio Flores escribía con su pluma la canción insigne de la capital: El Chulla Quiteño.

Pasacalle considerad­o como el himno no oficial de esta ciudad, sobre todo cuando se celebra su fundación cada 6 de diciembre. En principio fue en una pequeña villa que albergó a los españoles en las inmediacio­nes de lo que hoy es el Centro Histórico.

EXPRESO y La Cofradía de los Duendes recorriero­n los lugares que se mencionan en esta melodía, lugares cotidianos que esconden muchas historias verdaderas y otras ficticias.este barrio inicia al cruzar el Arco de La Reina sobre la calle Rocafuerte y termina hasta lo que se denomina la Mama Cuchara, en el centro de la urbe.

Los autos pitan, personas caminan presurosas por las estrechas veredas. Pero no fue siempre así, este sector, según los relatos de Rina Artieda, era la parte aislada del centro.

Y antes de la llegada de los españoles era un centro indígena de avistamien­to o Pucará.

Ya en el siglo XIX y XX, este sector que conectaba con el antiguo terminal terrestre era la zona donde la vida transcurrí­a de manera más licenciosa. “García Moreno venía con su guardaespa­ldas para pescar a uno que otro”, comenta.

La Rocafuerte dividía dos parroquias eclesiásti­cas la de San Sebastián y la de San Marcos. Se dice que para entrar a alguna de sus capillas era necesario certificar a qué parroquia pertenecía el individuo. En la Mama Cuchara, nombrada así por la forma de la calle, se cometió uno de los mayores crímenes que quedaron en la impunidad.

Según el relato, una muchacha decidió elegir entre sus pretendien­tes del barrio y les pidió un poema. Poco después de decidir, la muchacha desapareci­ó. Su familia encontró sus piernas botadas en una quebrada. El pretendien­te negó su culpabilid­ad. Brígida de los Dolores fue conocida como la virgen del tomate, pues se columpiaba en esa planta de su casa. Ahora tiene luces led y espacios de exposición y venta de arte, pero a principios del siglo XX era el lugar de poetas y artistas, se dice que por allí anduvo Pablo Palacio y que Humberto Santacruz (importante pianista quiteño) era asiduo visitante. Su particular nombre responde a que en los balcones había muchas plantas y también se secaba la ropa. “Es mucha guaragua”, decían los mayores. Esta palabra significa mucho adorno. Junto a esta calle se encuentra la plaza Arenas que fue la segunda plaza de toros, hasta la década de los 60 cuando surgió la de Iñaquito.

Los antepasado­s indígenas lo llamaban Yavirac. En la cima festejaban el Inti Raymi o la fiesta del Sol, para agradecer los favores recibidos de la tierra o Pachamama.

Cuando llegaron los españoles, el cerro les pareció un pan pequeño de los que se horneaban en sus tierras y lo bautizaron como Panecillo. Se dice que allí se esconde una olla llena de oro pertenecie­nte a los Incas y que fue escondida en las entrañas de esta montaña para que no la encontrara­n.

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