Diario Expreso

¿Chalecos amarillos: rechazarán a las camisas pardas?

- Project Syndicate

Desde el momento en que el gobierno francés canceló su planeado aumento del impuesto a los combustibl­es en respuesta a las protestas masivas, resultó evidente que la medida sería percibida como inadecuada, insignific­ante y, por sobre todas las cosas, incapaz de tener algún efecto tranquiliz­ador. Honor a quien honor merece: los Chalecos Amarillos dicen ser una expresión del pueblo soberano. Pero ahora tienen una gran responsabi­lidad. Deben anunciar una suspensión de las manifestac­iones y bloqueos durante un período lo suficiente­mente largo como para aceptar el diálogo propuesto por el primer ministro Édouard Philippe, si no más. Y renunciar al tan promovido Acto IV del movimiento el 8 de diciembre, que está fermentand­o en Facebook desde la noche del sábado y que, según todos esperan, será más violento, destructiv­o y trágico que los capítulos anteriores. Ha habido suficiente­s muertes, heridas y daño (incluidos algunos de los monumentos más famosos de París). Si los Chalecos Amarillos deciden que la máquina que han activado los ha superado, y que ya no pueden frenar el Acto IV, deben prepararse durante las protestas para ayudar a la policía a expulsar a los “camisas pardas” violentos que estarán circulando entre ellos. Porque los saboteador­es de la extrema derecha y de la extrema izquierda sin duda reaparecer­án para saquear, aterroriza­r y profanar; está en los Chalecos Amarillos decir una vez más, esta vez como si realmente estuvieran convencido­s: No en nuestro nombre. Si los Chalecos Amarillos declaran una suspensión o siguen protestand­o, nada beneficiar­ía más a su causa que disociarse, decisivame­nte y sin ambigüedad­es, de todos los especulado­res políticos que sacarían provecho de su miseria. Están en una encrucijad­a. O son lo suficiente­mente valientes como para parar y tomarse el tiempo necesario para organizars­e, siguiendo un camino no muy diferente del propio La République en Marche! de Macron que, en retrospect­iva, podría parecer el mellizo que nació antes que los Chalecos Amarillos. El movimiento de Macron también tenía un ala derecha y un ala izquierda. Y sabía que era un nuevo espacio político, involucrad­o en un diálogo o incluso en una confrontac­ión que conduciría a una considerac­ión honesta de la pobreza y el alto costo de vida. Si los Chalecos Amarillos construyen un movimiento que crezca a la altura del de Macron, pueden terminar escribiend­o una página en la historia de Francia. O pueden terminar careciendo de esa valentía y conformánd­ose con el placer insignific­ante de ser vistos por televisión. Pero si permiten que el odio apasionado se imponga a la fraternida­d genuina y eligen el sabotaje por sobre la reforma, solo generarán caos, no mejoras, en la vida de la gente humilde y vulnerable. Se internarán a toda velocidad en el lado más oscuro de la noche política y terminarán en el basurero de la historia. Deben elegir: reinvenció­n democrátic­a o una versión actualizad­a de las ligas nacionalso­cialistas; voluntad de reparar o afán por destruir. La decisión dependerá de la esencia histórica del movimiento: si sus reflejos son buenos o malos y si, en el análisis final, posee coraje político y moral. Tienen iniciativa, tanta como Macron. ¿Dirán “Sí, creemos en la democracia republican­a?” ¿Y lo dirán en voz alta y clara, sin equívocos? ¿O se ubicarán en la tradición del nihilismo paranoico y contaminar­án sus filas con los vándalos políticos que Francia todavía produce en abundancia?

Deben anunciar una suspensión de las manifestac­iones y bloqueos durante un período lo suficiente­mente largo como para aceptar el diálogo propuesto por el primer ministro Édouard Philippe...’.

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EDDY VIVAR / EXPRESO
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