Assange se equipara a Khashoggi
Ayer fue la apelación de la acción de protección ❚ La resolución estará en ocho días
Parecía Papá Noel en vísperas de Navidad. Julian Assange se presentó ante los jueces, desde Londres, con una larga barba blanca y cabello en el mismo tono. Hubo al menos tres interrupciones técnicas en la videoconferencia.
Lucía camisa blanca, corbata roja y chaqueta negra. Intervino por más de 20 minutos en la audiencia de apelación a la negativa de la jueza Karina Martínez de concederle una acción de protección que interpuso en contra del Estado ecuatoriano.
Assange, asilado en la Embajada de Ecuador en Londres busca que quede sin efecto el protocolo de convivencia que elaboró la Cancillería para normar su estadía en esa legación.
Inició confundiendo al procurador Íñigo Salvador con el canciller José Valencia. Luego ante los jueces Cecilia Acevedo, Ana Intriago y Fausto Chávez, se mostró comprensivo con “las presiones” a las que deben haber sido objeto.
Calificó de ilegal al documento con el que la Cancillería buscó poner orden a sus desplazamientos en patineta por la Embajada, sus impases con los funcionarios y su falta de higiene. Para él que deja un precedente terrible.
Se comparó con el caso del asesinado periodista saudí Jamal Khashoggi. Dijo que se le quiere silenciar por las opiniones que emite. Habló de espionaje, de información de corrupción del actual Gobierno y aseveró que el canciller José Valencia “está mintiendo”. Aseguró que sus visitas se han restringido durante ocho meses al igual que sus comunicaciones.
LA FRASE Se ha dado seguridad para que pueda quedarse el tiempo que quiera pero respete el protocolo.
El procurador calificó de infames a sus aseveraciones. “El señor Assange cuenta una historia de espionaje digna de Hollywood”, indicó. Recordó que por seis años se ha beneficiado de la protección del Estado. Insistió que es falso que existan presiones de EE. UU. para emitir el protocolo. Reiteró que si Assange vive a costa del Gobierno ecuatoriano lo lógico es que viva bajo reglas de convivencia o en su defecto que se entregue al Gobierno británico. “Es penoso que Julian Assange muerda la mano del Gobierno que le ha alimentado”, puntualizó. La delegada de la Cancillería María Belén Orti reivindicó la facultad de la Cancillería de emitir políticas que regirán en las oficinas diplomáticas.