Los jugadores azules se consolaron entre ellos
Los integrantes de Emelec se quedaron en la cancha norte observando el festejo rival
Esteban Dreer asumió el liderazgo hasta el final. Lejos de lamentarse, lanzarse al piso o reclamar, el arquero corrió a buscar a sus compañeros para juntarlos en la cancha norte apenas terminó el partido. Entendió el momento que vivían y por eso no hubo arengas, solo abrazos.
Luego de unos minutos, en los que prefirieron alejarse de las cámaras, inclusive pidiendo a los policías que dispersen a los fotógrafos que buscaban una toma, empezaron a caer las primeras lágrimas azules. Juan Carlos Paredes, Bryan Angulo y Nicolás Queiroz fueron los más tristes. Ellos no pararon de llorar, ni cuando Jorge Guagua se acercó a consolarlos. Lo mismo hizo el entrenador Mariano Soso. Pero nadie más. En aquel círculo que formaron reinó el silencio. Nadie se animó a decir algo para tratar de levantar el ánimo.
Tampoco querían dar entrevistas. Solo Esteban Dreer se animó a conversar con los medios. Allí valoró la campaña del equipo y resaltó el esfuerzo de sus compañeros. Y lo dijo duro para que algunos escuchen.
Julio Angulo fue uno de los pocos albos que se acercó para felicitarlos por la campaña y a tratar de consolarlos. Se abrazó con Bryan Angulo y después
PARA SABER
corrió a sus festejos.
La tristeza de los integrantes del Bombillo contrastó con toda la fiesta que se vivió en el estadio. Y no se movieron de ahí, de la cancha norte, porque tampoco hubo una zona con hinchas azules para ir a agradecer.
Todo fue lento. Para ellos el tiempo se detuvo. Algunos levantaron la mirada para mirar la alegría rival. Otros, como Joao Rojas, se quedaron sentados con la mirada al piso.
Y su premiación llegó. Los eléctricos recibieron la medalla de plata. Algunos se la sacaron ese rato y de inmediato se retiraron de la cancha, otra vez en silencio, solo queriendo llegar pronto al camerino para tratar de olvidarse de este momento.