Dolor en casa de la niña guatemalteca fallecida
La cancillería ayudará en la repatriación del cuerpo desde EE. UU.
Frente a una casa de madera y hojas de palma, Claudia señala el árbol al que le gustaba trepar a su hija Jakelin Caal, la niña guatemalteca de siete años que murió hace una semana en un hospital de Estados Unidos tras ser detenida junto a un grupo de migrantes en la frontera.
“Siento dolor y tristeza por la muerte de mi hija”, explica Claudia Maquín en su precaria vivienda en San Antonio Secortez, una aldea remota del municipio indígena de Raxruhá, aproximadamente a 145 km al norte de Ciudad de Guatemala.
Fue de esta comunidad, de caminos de tierra y sin electricidad ni agua ni drenajes, desde donde el 30 de noviembre partieron Jakelin y su padre Nery, de 29 años, quienes tras recorrer parte de la ruta en autobús llegaron a EE. UU., donde fueron detenidos el 6 de diciembre tras cruzar la frontera con México.
Claudia, de 27 años, no habla español y en el idioma indígena maya-q’eqchi’ recuerda que su esposo Nery tomó la decisión de migrar agobiado por la pobreza en la zona, donde en su mayoría los pobladores subsisten con la venta de granos de maíz.
“Él se fue por necesidad”, dice Claudia, apoyada en la traducción por su suegro Domingo, de 61 años, quien explica que como agricultores apenas ganan unos seis dólares diarios.
“Dijo que iba a buscar trabajo allá para poder mantenernos”, agrega la mujer mientras sostiene en los brazos a Ángela, de seis meses, la menor de los cuatro hijos del matrimonio.
Según el Departamento de Seguridad Interior (DHS) de EE. UU., el 8 de diciembre Jakelin murió en un hospital de la ciudad de El Paso, en Texas, menos de 24 horas después de que un grupo de 163 migrantes fuera detenido en una zona remota de Nuevo México.
Luego de ser interceptada con el grupo presentó fiebre, vómitos y convulsiones, por lo que fue atendida por paramédicos de la patrulla fronteriza y posteriormente llevada al centro médico donde pereció.
El DHS anunció que se realizará una investigación por la muerte de la niña y que los resultados se presentarán al Congreso y serán públicos.
“Es muy doloroso, pero qué podemos hacer. Lo que pasó, pasó”, comenta Domingo Caal, el abuelo de la menor.
“Antes que se fuera, (Jakelin) le dijo a la mamá y a la abuela que al crecer iba a trabajar y traer pisto (dinero) para ellas”, recuerda Domingo, que con el paso de los días se ha resignado.
La razón por la que su hijo viajó con Jakelin es que “la niña era muy pegada a él”.
La cancillería de Guatemala ofreció a la familia de la niña realizar los trámites de repatriación y a la vez informó que el padre fue liberado con un permiso especial por las autoridades migratorias de EE. UU.
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